[parte 1/2] Primavera, comunión, euforia y paradoja : 4 sinfonías de Schumann para celebrar

Confieso que hasta hace muy poco consideraba las sinfonías de Schumann como de segunda categoría, comparadas con otros ciclos de sinfonistas más afamados como Beethoven, Brahms, Bruckner y varios otros. 

No es que no me gustaran las sinfonías de Schumann. No. De hecho cuando las conocí a través del ciclo de Karajan dirigiendo la Filarmónica de Berlín, me encantaron y fue toda una revelación. 

Desde ese momento la obra sinfónica de Schumann ha sido objeto de colección. Entre los ciclos que más me impactaron, aparte del de Karajan que menciono, se encuentran el de Rattle dirigiendo también la Filarmónica de Berlín, el de Bernstein, el de Yannick Nezet-Seguin y los de Barenboim.





SCHUMANN EL MAL ORQUESTADOR

Pero a pesar de mi gusto por estas obras, en mi cabeza la calidad y profundidad de estas sinfonías se encontraban por debajo de las de otros compositores, como los que menciono arriba.

Hoy estoy convencido que esta imagen que tenía de Schumann venía esencialmente de la mayoría de las interpretaciones, bastante ligeras y poco profundas, lo cual contrasta con todas las otras obras del compositor. Por ejemplo, su obra para piano no tiene nada de ligera ni de superficial. Sus conciertos para piano y para cello son obras maestras clave en el repertorio de ambos instrumentos y creo que pocos los considerarían de menor valor ni importancia, ni mucho menos ligeros o superficiales.

Creo que parte de los prejuicios pueden atribuirse a la mala fama que tenía Schumann como orquestador. Esto, combinado a la fama de mal director, por ser poco autoritario con los músicos de orquesta de la época, pudo haber generado una especie de tradición que trascendió a las interpretaciones de sus obras sinfónicas, hasta hoy. De hecho es revelador que Mahler se sintiera obligado en su momento a reorquestar las sinfonías cuando las quiso presentar. Y en realidad es raro porque las otras obras que comento arriba, los conciertos, no arrastraron con esa fama de haber sido mal orquestadas, al menos no he leído nada al respecto.

Gracias, o más bien por culpa del nuevo ciclo de Barenboim hoy me siento un poco avergonzado de haber tenido ese prejuicio. Y es que nuevamente Barenboim me acaba de acercar otro gran capítulo de la música, como lo hizo con muchas cosas antes, como las sonatas y conciertos para piano de Mozart, los nocturnos de Chopin, y muchas cosas más, pero sobretodo las sonatas para piano de Schubert. Recuerdo cuando se publicó el ciclo de Barenboim, yo ya conocía varios ciclos como el de Uchida, el de Brendel, el de Serkin y varias sonatas sueltas por otros grandes pianistas como Leif Ove Andsnes y Maurizio Pollini por ejemplo, pero definitivamente el único que me explicó realmente esa música fue Barenboim. 

No sé en qué consiste, pero de repente con el ciclo de Barenboim, Schubert me empezó a parecer menos cursi, menos anticuado, más cercano. Tal vez solo hacía falta que un argentino, un latinoamericano, me lo mostrara de esa forma, no sé. Y ahora Barenboim lo vuelve a hacer, no sin un esfuerzo mío, con el ciclo de sinfonías de Schumann. Y yo que pensaba que conocía muy bien estas obras…


Esta producción se publicó como parte de las celebraciones de los 80 de Barenboim, por parte de la Deutsche Grammophon. Recuerdo cuando se anunció tal vez a finales de 2021 que se iba a publicar el disco de Encores y este ciclo de Schumann en 2022. Inicialmente pensé que era un error porque se trataba de un ciclo que ya había grabado con la misma orquesta y fuera de eso hace no tantos años. Incluso vi comentarios de fans un poco desilusionados porque, como yo, se esperaban obras que Barenboim no hubiera publicado antes, o al menos no con la misma orquesta, o al menos no tan recientemente. 

Pero nada de eso se cumplía, entonces la siguiente pregunta lógica era « por qué? ». Claro, esa pregunta se formula antes de conocer la producción y de haber oído la grabación. Y es que cuando uno se acerca, inmediatamente se empiezan a entender las razones. No solo es una producción extremadamente lujosa y generosa, en cuanto al diseño de la caja y del librito, sino que fuera de eso se presenta en 2 CDs y un blu-ray audio con opción de sonido envolvente en alta resolución, tal cual como si se tratara de la celebración de los 80 del músico vivo más importante del mundo. Claro, no era para menos. Pero ni lo grande y redondo del número de años cumplidos, ni la lujosa caja, ni la calidad del sonido justifican la grabación. Lo que justifica realmente esta publicación es definitivamente la calidad musical. Hay que oír para creer, claro, y ahí está el problema, no todos están dispuestos a gastarse más de dos horas oyendo concentradamente algo. Pero estoy seguro que para el que lo haga va a resultar evidente la razón de por qué esta publicación. Intentaré dar algunos detalles a continuación.



LA PRIMAVERA - PRIMERA SINFONÍA

Acepto que a la primera escucha no entendí muy bien la primera sinfonía de esta nueva producción. Esta sinfonía número 1 titulada Primavera fue escrita en 1841, cuando Schumann tenía 31 años, año en que se dedicó como compositor a la música orquestal, sembrando la semilla del que sería posteriormente su concierto para piano, una obra maestra increíble, que, como ya lo comenté, contrariamente a sus sinfonías, nunca me ha parecido ni ligero ni superficial, todo lo contrario. Adicionalmente este año compuso lo que posteriormente sería su cuarta sinfonía en una versión reorquestada por él mismo más adelante. Año clave para Schumann, entonces. 

En realidad me costó varias escuchas lograr entender esta nueva propuesta de Barenboim, tan acostumbrado estaba a oír la sinfonía con cierto sesgo proveniente de la tradición, creo yo. En efecto, inicialmente me pareció un poco pesada, lo que concordaba con alguna crítica que había leído ya. 

El primer movimiento goza de una flexibilidad de tempo que nunca antes había oído. Para mí esa flexibilidad hace que la sinfonía sea más natural, más orgánica, muy al estilo de Furtwängler. Como siempre, Barenboim me acercó aún más esta obra que ya me parecía increíble. 

Pero no solo es el tempo, de hecho lo más impresionante es el balance entre instrumentos, lo que me dio la impresión que nunca había oído algunos instrumentos tan claramento, o algunas figuras rítmicas de algunos instrumentos. 

Adicionalmente la dosificación es simplemente genial: los bajos son poderosos en algunos pasajes pero se oyen menos pesados en otros, los cornos sobresalen y balancean de manera adecuada, las figuras rítmicas rápidas (corcheas y semicorcheas) gozan de un protagonismo que nunca antes había notado gracias a la dosificación de los otros instrumentos, muy al estilo de Celibidache. 

En el segundo movimiento me impresiona también la dosificación, pero adicionalmente Barenboim se atreve a proponer staccatos muy marcados que le suman dramatismo al movimiento, y al mismo tiempo le restan sentimentalismo artificial. Esto le da una elegancia y sobriedad al movimiento que desilusionará a varios que ya están acostumbrados a cierta tradición en el fraseo. 

El 3er movimiento es uno de mis terceros movimientos preferidos, considerando que no soy muy fan de los terceros movimientos en general, porque a veces me parecen saltones y alegres. Acá aprecio cierta rugosidad en algunos pasajes y de verdad le viene muy bien la flexibilidad en el tempo, puesto que corta con ese carácter superficial que encuentro la mayoría de las veces. 

El 4o es uno de mis movimientos preferidos de toda la literatura romántica, y encuentro que Barenboim acentúa los contrastes de manera magistral, logrando esa ambigüedad tan comentada en Schumann. Hacia la parte central del movimiento encuentro que Barenboim logra un viaje psicológico, con ese crescendo prolongado sobre la base de trémolos. Me impresiona mucho que se logre tanto contraste en un solo movimiento. 

Impecable primera sinfonía, aunque admito que no es fácil de aproximar. Barenboim no solo busca el placer, al menos no un placer sin algo o más bien bastante esfuerzo. Es típico de Barenboim que asuma que en efecto el oyente está oyendo, cosa que creo rara vez sucede.


LA COMUNIÓN - SEGUNDA SINFONÍA 

La segunda sinfonía es simplemente una joya de la música. Fue estrenada en noviembre de 1846, tan solo 17 días después de haber terminado su composición, bajo la dirección de Mendelssohn al frente de la Gewandhaus de Leipzig. Yo creo que se nota la dura lucha que emprendió Schumann para poder terminar la orquestación de su sinfonía a pesar de sufrir de ataques nerviosos y tinnitus. También creo que se nota eso de lo que podría estar orgulloso: el nuevo método de composición, que surgió al haber estudiado Bach y el contrapunto, y que lo alejó del piano como único método de composición y lo acercó aún más a la música orquestal, considerando seriamente timbales y cobres. 

En la versión de Barenboim, el balance, la dosificación, la flexibilidad de tempos y esa rugosidad de algunos instrumentos hacen que se aprecie aún mejor su verdadero valor. Es increíble cómo este movimiento pasó de ser una música solo buena (aunque muy buena) a algo mucho más trascendental, algo mucho más serio, como si la civilización dependiera de eso. Es asombroso que Barenboim logre esto, pero repito, lo logra solo si uno está oyendo con la debida concentración. 

El 2o movimiento, que debería estar de 3o al ser un scherzo, es menos importante, pero también logra algo bien diferente en esta versión. El 3er movimiento es convincente y de una gran belleza, con acentos diferenciales entre instrumentos, en lo que Barenboim es un verdadero maestro en realidad. 

En el 4o movimiento Barenboim propone transiciones muy precisas y estudiadas, de una gran naturalidad al mismo tiempo, como si se estuviera construyendo la música en vivo. Igual que para la primera sinfonía, me da la impresión que nunca había oído ciertas figuras rítmicas que salen a flote acá, y que además valen la pena. Al mismo tiempo creo que nadie había logrado esa comunión tan impresionante entre cuerdas y cobres: no hay nada que choque en la intervención de los cobres, con lo cual la potencia final no sorprende y llega de manera natural. Lo que más sorprende de esta sinfonía son los tempos más bien vivos, a diferencia de otras versiones recientes que he oído.

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