El caso Aimard

Creo que no tuve mejor manera de conocer a Pierre-Laurent Aimard que a través de su primer disco para la Deutsche Grammophon, el arte de la fuga de Bach. Un discazo. Clasifica como el disco para llevarse a la famosa isla desierta. Recuerdo que la publicación de este disco fue una especie de escándalo porque se trataba del primer disco del pianista para la Deutsche Grammophon, y lo hacía con algo extremadamente alejado de su repertorio habitual. 


LLEGADA A DG

En efecto, Aimard siempre se había caracterizado, y encasillado, como intérprete de música contemporánea, o al menos del siglo 20, y entonces muchos no entendieron este disco porque era el primero por fuera de ese repertorio moderno, como si renegara de lo que había hecho antes o si la disquera por una razón puramente comercial le hubiera impuesto esto. En realidad, yo apenas lo estaba conociendo con este disco, y creo que tuve mucha suerte. Luego de este disco empecé una gran colección de Pierre-Laurent Aimard, convencido que se trataba de uno de los mejores pianistas del momento, de los mejores del mundo. Y la verdad aún lo creo. 

Creo que mucha gente pensó que lo de Bach para la DG había sido una cosa completamente comercial, y que Aimard había vendido su alma al diablo o algo por el estilo. Claro, no estamos acostumbrados a una personalidad como esta, a un artista con esta libertad y que no quería pertenecer a ningún bando. 


LOS BANDOS DE LA MÚSICA CLÁSICA 

El mundo de la música clásica en realidad está dividido en bandos, aunque esto ha ido difuminándose en los últimos años: (i) están los clásicos, aquellos que defienden la música del siglo 19 como la época de oro de la música clásica, sin dejar totalmente de lado ni lo más antiguo ni lo moderno; (ii) están los que defienden la música contemporánea por encima de todo; (iii) y están los historicistas, los barrocos, cuyo repertorio se acaba en Beethoven por tarde. Como dije, esto ha ido cambiando pero tradicionalmente, hasta la primera década del siglo 21, un músico solo podía pertenecer a uno de los bandos, sin incursionar en ningún otro. Solo para ilustrar, en el primer bando estarían músicos como Barenboim, Pollini, Abbado, Perahia y muchos otros, es el bando más grande. En el segundo bando estarían Boulez, Esa Pekka-Salonen, Yuja Wang. En el tercer bando estarían Harnoncourt, Herreweghe, Brautigam, Kuijken. Entonces pasar de Ligeti a Bach, como lo que hizo Aimard, es realmente muy desafiante.


AIMARD Y EL ARTE DE LA FUGA

Lo otro que sorprende es que Aimard llegó al estrellato muy tarde, después de los 40. Esto se sale del modelo que tenemos hoy, en el que los pianistas ganan algún concurso antes de los 25 y son propulsados muy temprano a una vida de recitales y grabaciones. Aimard en cambio esperó, no se precipitó, siempre con su vida dedicada al piano, pero sin caer inmediatamente en el modelo comercial que conocemos. Esto lo hizo de manera muy consciente. Por eso cuando oí por primera de Aimard, a través del disco de Bach, para mí era un desconocido. Y qué discazo! Muchos años después, oí una entrevista en la que Aimard explicaba por qué había grabado el Arte de la Fuga para su primer disco con la  Deutsche Grammophon: dice que era una época de muchos cambios en su vida, entraba a los 50, estaba cambiando de sello y quería una obra enigmática para el primer disco en esa compañía, no quería seguir en lo mismo, quería mover sus cimientos y escogió Bach, y el Arte de la Fuga, como una especie de declaración al mundo sobre su voluntad de no ser encasillado. En esa misma entrevista dice que es una obra increíblemente difícil, que es sin duda la más difícil que ha tocado, y que solo de pensar en ella le da dolor de cabeza. Esto sí que me sorprende, porque de alguna forma el lenguaje de Bach parece más natural que lo que se hizo a partir del siglo 20.


PARTIENDO DE LISZT

Me interesé entonces en sus grabaciones de antes pero sobre todo empecé a seguir sus discos a medida que salían en la Deutsche Grammophon. Uno de los que más me marcó fue el cd doble The Liszt Project. Y me marcó porque fue una entrada suave al mundo de Aimard, de música del siglo 20 pero a partir de uno de mis compositores favoritos del siglo 19, Franz Liszt, logrando una especie de continuidad entre Liszt (y Wagner de paso) y Berg, Scriabin, Stroppa, Bartok, Ravel y Messiaen. En ese momento, a parte de Liszt y Wagner, casi todo era nuevo para mí, o así me sonaba en manos de Aimard, y con ese programa tan bien logrado.

Otro cd muy interesante fue el de Hommage a Messiaen. Con ese disco me volví fan de Messiaen, al menos de su música para piano.

Luego terminé adquiriendo una caja de DG con todas las composiciones del francés: en esta caja la música para piano no es mayormente interpretada por Aimard, y con la comparación pude confirmar el inmenso pianista que es Aimard en ese repertorio. Increíble, porque en realidad el pianista de la caja no es cualquier pianista de segunda, se trata de nada menos que Roger Muraro, efectivamente muy reconocido en la música de Messiaen.

El disco con los preludios de Debussy también me marcó. Con este disco al fin lograba entender algo de ese compositor, habiéndolo rechazado toda la vida, al parecerme extremadamente aburrido. Aún su música de orquesta me sigue pareciendo aburrida, pero hay cosas de su música para piano que me fascinan, y gracias a este disco de Aimard.

Entretanto ya me había acercado a sus discos anteriores para Teldec y Erato. Nuevamente, las obras de Debussy y Messiaen confirmaban el enfoque depurado y refinado en manos de Aimard. Pero también me acercaba lentamente a Ives, Ligeti, Carter, Boulez y Berg, descubriendo esa increíble Concord sonata de Ives, que me sonaba tan francesa. Pero también estaban cosas extrañas como la Appassionata de Beethoven, metida entre todo eso. Por supuesto eso me llamaba la atención.

Aimard fue un iniciador de muchas cosas para mí. Un verdadero intérprete. 


BEETHOVEN

Me resultaba confuso eso de haber grabado una sonata de Beethoven entre Ligeti, Carter y todo el resto. Buscando más grabaciones me di cuenta de una cosas muy extrañas, como los conciertos para piano de Beethoven con la Chamber Orchestra of Europe bajo la dirección de…Harnoncourt! 

O sea, qué hacía un militante de la música contemporánea con un barroquista como Harnoncourt? Recientemente me enteré de la historia por una entrevista que le hicieron a Aimard. Resulta que en algún momento la disquera le dijo a Aimard que sus grabaciones para piano solo habían estado muy bien pero que debía grabar con orquesta también, y le pasaron una lista de directores. El no se veía tocando con ninguno, y le asustaba que varios de ellos representaban la parte más comercial de la música clásica, cosa con la que había estado en contra hasta ese momento como músico. Pero el que más le llamaba la atención era Harnoncourt, por lo radical, por lo visionario y genial. La idea era grabar conciertos de Mozart. Parece que todos estaban de acuerdo e incluso ya habían cuadrado un primer encuentro entre Aimard y Harnoncourt. Pero faltando algunos días la disquera llamó a Aimard a decirle que el sello había escogido a otro pianista (más joven y fotogénico según cuenta Aimard en la entrevista) para grabar los conciertos con Harnoncourt. Por supuesto se trataba de Lang Lang sin ninguna duda, quien en efecto grabó conciertos para piano de Mozart con Harnoncourt. Sin embargo, Aimard insistió en tener la reunión con Harnoncourt y parece que hubo conexión inmediata entre los dos. Harnoncourt le pidió a Aimard que tocara algo, y Aimard tocó algo de Beethoven. Cuando acabó, Aimard se volteó y vio a Harnoncourt con la cabeza entre las manos. Aimard pensó que su interpretación había sido un desastre, pero en cambio Harnoncourt le dijo que le había gustado mucho su Beethoven y al día siguiente concretaron grabar los conciertos para piano de Beethoven.

Aimard se volvió cercano a Harnoncourt, y continuaba siendo muy cercano a Boulez. Eso es muy diciente de Aimard: tenía a su lado a dos enormes representantes de dos universos bien diferentes e incluso opuestos para muchos. 

Aimard afirmaba que Boulez y Harnoncourt eran los dos grandes visionarios de su época. 



UN AÑO PARA OLVIDAR 

Siempre pensé que el 2016 había sido uno de los años recientes más difíciles para la humanidad: atentados terroristas, brexit, Trump, rechazo de acuerdos de paz en Colombia, y la muerte de muchos personajes incluyendo Fidel Castro, Muhammad Ali, David Bowie, Prince, Umberto Eco, Leonard Cohen y muchos más, además de acontecimientos muy extraños como ese premio nobel de literatura ganado por Bob Dylan. Fue un año en el que parecía que el mundo cambiaba para siempre, lo que pasa es que el 2020 nos hizo olvidar ese fatídico año, el cual creo que para Aimard fue también un año bien difícil entre otras porque Boulez y Harnoncourt murieron, exactamente con dos meses de diferencia (Boulez el 5 de enero y Harnoncourt el 5 de marzo!). Hacia mediados de 2016 tuve la oportunidad de ver a Aimard interpretando Messiaen en la Philharmonie de Paris acompañado por Simon Rattle al frente de la London Symphony Orchestra. Hasta hace muy poco caí en cuenta que Aimard aún estaba digiriendo la muerte de sus dos grandes referentes de la música.

Con Boulez grabó mucho como miembro del Ensemble Intercontemporain (Webern, Ligeti, Boulez y Messiaen), pero luego también los conciertos de Bartok y Ravel, este último también un discazo, sacándome de la ignorancia sobre el compositor del famoso Bolero.

Con Harnoncourt también grabó el triple concierto y la fantasía coral de Beethoven, y el poco común concierto para piano de Dvorak, lo cual también es sorprendente. 



Luego se sacó el clavo grabando dos conciertos para piano de Mozart dirigiendo él mismo desde el piano.


DE BACH A MESSIAEN

En 2014 volvió a sorprender con el primer libro del clave bien temperado de Bach, en un cd doble increíble. No es mi interpretación preferida de esta obra, sobre todo luego del también sorprendente disco de Pollini en 2009. Pero fue una muy agradable sorpresa, y una especie de declaración de que lo del arte de la fuga de Bach no había sido un accidente. Desde ese momento estoy esperando con ansiedad el segundo libro, pero conociendo a Aimard, lo más seguro es que nunca lo grabe.

En 2018 no creo que haya sido el único sorprendido al enterarme que Aimard había dejado la Deutsche Grammophon para grabar con el sello Pentatone. Yo era fan de ese sello porque solían publicar las grabaciones en SACD, entonces me pareció excelente noticia. Adicionalmente, el disco de lanzamiento para este sello fue Catalogue d’Oiseaux de Messiaen, en efecto en SACD, una caja con tres discos, y un concepto bastante original…incluso venía con plumas de pájaros! Sin embargo había algo que no me lograba entrar del todo a nivel de la interpretación. Nunca logré realmente disfrutar ese álbum.


LO MÁS RECIENTE 

Luego de ese disco, tuve una sensación agridulce con los discos siguientes para Pentatone, hasta hoy. En primer lugar, luego del de Messiaen no volvió a publicar sus discos en SACD, lo cual era una de las ventajas de estar en ese sello. Pero por otro lado, algunos de sus discos han continuado siendo bien interesantes pero con altibajos. Reconozco que el disco con la Hammerklavier de Beethoven es realmente excelente. 

En cambio no he entendido bien el disco junto a Tamara Stefanovich, con obras de Messaien, Enescu y otros más recientes. 


En 2023 Aimard publicó un disco con los tres conciertos para piano de Bartok acompañado por Esa-Pekka Salonen al frente de la orquesta de San Francisco. 

Ese disco me gustó, pero sin ser experto en Bartok, no sé decir en cuanto a lo que aporta a la discografía. 

En 2024 Aimard vuelve a sorprender con su primer disco de Schubert. Apenas lo vi ofertado en Amazon me abalancé a adquirirlo pero aún no me ha llegado. Según entiendo es un disco bastante particular porque no son las típicas sonatas de Schubert sino que son algunas de las cerca de 450 danzas para piano que compuso Schubert, unas miniaturas para piano que, según he leído, en manos de Aimard contienen todo el universo del compositor austriaco.


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