Mozart 20 (parte 2/2)
Una de las cosas que llaman la atención de este concierto para piano no.20 de Mozart son las notas graves, es decir la mano izquierda. Uno no entiende cómo se le ocurrió a Mozart eso. Parece que en esa época, Mozart tenía un piano con unos pedales especiales que le ayudaban a reforzar los graves. Y según cuenta el papá, Leopoldo, en correspondencia, Mozart estrenó su concierto con su piano personal. Adicionalmente, llama la atención el desarrollo orquestal tan elaborado, con un nivel muy por encima de otros conciertos anteriores y posteriores. Y llama la atención porque el cuento es que Mozart componía conciertos para piano para lucirse al tocar y demostrar lo virtuoso que era. Y en realidad es un concierto muy vistoso para la parte solista y logra definitivamente ese cometido, pero la parte orquestal es muy prolongada y tiene un gran protagonismo y desarrollo, con varios temas que además no son calcados por el piano. Eso hace que se trate de un concierto muy lleno para quien lo oye. Está compuesto en re menor, misma tonalidad que el requiem y don giovanni, otras dos obras mayores de la obra de Mozart. Pero a la vez, y como varias piezas de Mozart, los motivos y melodías son muy agradables, bajándole el nivel de concentración necesario para poder entender la obra, y proponiendo varias formas de escucha según el nivel del oyente. Creo que esto es en realidad una marca característica de Mozart, y que lo hace tan genial. Sí, se trata de un concierto muy agradable de oir, y que a la vez toca fibras profundas a nivel humano, y propone desarrollos musicales complejos.
VERSIONES SOFISTICADAS Y DEPURADAS
Aparte de las versiones que comento en la parte 1, más bien clásicas, la versión de Seong Jin Cho se caracteriza por un gran sonido y elegancia, pero para mi gusto le hace falta un poco más de crudeza, tal vez es un piano muy legato, lo que le hace perder algo del carácter desesperado, intranquilo, de la obra. Claro, no puedo rechazar una versión por tener un sonido demasiado lindo en una obra de Mozart, incluso es de las versiones recientes mejor logradas, pero justamente esta obra en particular subraya para mí un carácter completamente distinto, en donde, aunque no hay un abandono de la estética, otras cosas empiezan a contar. Y lo que me da más lastima es que la parte orquestal dirigida por Nezet Seguin es absolutamente impecable en este aspecto. Aunque debo confesar que siempre me han gustado las grabaciones en las que solista y director no están totalmente de acuerdo, como lo que hace Samson Francois en el concierto número 1 de Chopin. Pero aún en el movimiento central de la versión de Cho y Nezet Seguin uno extraña un carácter más desesperado, menos conformista. Lástima. Tal vez el mejor movimiento es el tercero.
Con ese mismo director prefiero la versión de Aldo Ciccolini, por lo menos para el primer movimiento. Siempre he pensado que Mozart hay que tocarlo simple, poco sofisticado, directo, como si no quisiera mostrarse, a pesar de que sabemos que el objetivo de los concertos en general, pero sobre todo los de piano, era justamente mostrarse para conquistar un público a punta de habilidad y virtuosismo. Ciccolini es por excelencia un pianista poco dado a resaltar la habilidad técnica. De hecho yo no sé aún, incluso habiéndolo visto en vivo en dos ocasiones, si se trataba de un pianista de esos súper virtuosos o no, y de hecho con intérpretes así no tiene mucho sentido preguntarse eso. Pero hoy, luego de tanto desarrollo de los concertos, creo que en lo que a Mozart respecta ya no se trata de una música de exhibición. Además pienso que si se toca para exhibirse, se oiría demasiado antiguo, poco adaptado a nuestra época. Pero por supuesto es una visión muy personal.
La de Aldo Ciccolini me recuerda definitivamente a la versión de Alfred Brendel con Sir Neville Marriner dirigiendo la orquesta St Martin in the Fields. Versión impecable, depurada, como casi todo lo que grabó Brendel, en la que paradójicamente la parte central del segundo movimiento parece lo más virtuoso de la versión.
Hay una versión que descubrí a través del director, Claudio Abbado. En la caja de Abbado y la London Symphony Orchestra, hay varios CDs dedicados a los conciertos para piano de Mozart, uno de los tesoros de esta caja. Esos conciertos son tocados por Rudolf Serkin. Dentro de ellos se encuentra el no.20. Es una de las mejores versiones que conozco por el balance perfecto entre piano y orquesta. La orquesta está muy presente, con una dirección perfecta de Abbado en cuanto a matices y expresividad, haciendo que el piano siempre sobresalga. Tal vez en la entrada del tercer movimiento se siente la orquesta con un poco más de fuerza. El sonido del piano es increíble. El carácter, los tempos y las transiciones que propone Serkin son perfectos. Para algunos, el tempo del tercer movimiento podría desconcertar por parecer un poco lento, pero definitivamente se gana mucha claridad tanto del piano como de la orquesta y del diálogo que logran. Yo creo que la experiencia de Serkin en música de cámara fue totalmente aportada a esta interpretación de 1982 y luego se convirtió en una de las banderas de Abbado, extrapolada a la música sinfónica en general, visión con la que luego llegó a dirigir la orquesta de Berlín en 1989. Estoy seguro que estas grabaciones con Serkin influyeron radicalmente en la dirección de Abbado y en lo que perseguía y buscaba, evolucionando años después a la creación de la orquesta Mozart en 2004.
DINASTÍA GULDA
Me encanta la versión un tanto dudosa de Martha Argerich justamente con Abbado dirigiendo la orquesta Mozart. Es como si apenas la estuviera descubriendo, sobre todo en los compases iniciales, y el carácter de la orquesta me parece bastante acertado. Lo que no me gusta tanto de Martha son algunas aceleraciones dentro de grupos de notas, lo cual hace perder fluidez, pero acepto que en esta obra en particular no se oye fuera de estilo, y bueno, se le perdona por ser una grabación en vivo, y todos sabemos del legendario miedo que tiene Martha al salir a tocar en público. Pero para el segundo movimiento, la interpretación de Martha es perfecta, no conozco una interpretación mejor adaptada que esta, tanto en los pasajes de ingenuidad como de tristeza y de desespero, lo cual además le queda muy bien a ella en lo personal. Al oír esto uno queda convencido que no es necesario que Martha dé muchas entrevistas, de lo cual muchos se quejan, porque solo con esta interpretación queda totalmente al descubierto. Estoy convencido que Martha Argerich es una niña en superficie, pero solo en superficie.
Hablando de Martha Argerich, no podía dejar de lado la versión de Friederich Gulda también con Claudio Abbado pero esta vez al frente de la Wiener Philharmoniker. Estoy casi convencido que es la versión ideal. Sorprende que siendo Gulda un pianista tan excéntrico a la larga sea tan clásico en esta versión, empezando porque utiliza la cadenza de Beethoven en el primer movimiento. Pero no solo eso. Se trata de un sonido depurado del piano y de la orquesta al mismo tiempo. Sin artificios pero con mucha vida. Utiliza el pedal sutilmente pero sin complejos. En la grabación el piano parece sobreexpuesto, lo cual le viene muy bien. Creo que uno de los elementos clave es el sonido del piano de Gulda. La verdad es que con ese sonido no se necesita mucho más para Mozart. Una de las versiones más elegantes que he conocido, y en lo cual Abbado tiene mucho que ver: como siempre, Abbado se muestra al servicio de la música y no toma protagonismo, pero la orquesta suena increíblemente, reivindicando el carácter vienés de la obra. Parece haber un verdadero diálogo entre ambos artistas: estoy completamente seguro que el encuentro entre Abbado y Gulda no solo fue musical. Otro aspecto, es que Gulda muestra una técnica de gran altura, con unas escalas muy limpias pero sin que ese sea el aspecto más importante.
ACADEMIA
Sviatoslav Richter es uno de esos monstruos pianísticos, uno de los mejores pianistas que he oído en cuanto a la técnica y al virtuosismo. Y entonces es extraño que entre con tempos tan lentos en los primeros compases, como con miedo. Luego ya va ajustando el tempo y uno termina dándole razón, como con todas las grabaciones de ese pianista. O sea sí, un verdadero monstruo de la mitología pianística. El carácter del primer movimiento es impecable. Pero yo siento que el segundo movimiento le queda demasiado fácil y no sabe muy bien qué hacer con la partitura, como si no le viera la gracia y entonces se torna plano, lástima. Y lo peor es que algo parecido pasa en el tercer movimiento también. Es decir, a la larga es una interpretación fría.
Soy fan de Ana Marija Markovina desde que tuvo la valentía de publicar todas las obras para piano solo de CPE Bach, grabaciones con un sonido espectacular del Bosendorfer. Sin embargo en las grabaciones siguientes y en este concierto de Mozart, noto cierta frialdad, cierto academismo, no vuela alto.
IDEALISMO Y HUMANISMO EN SALZBURGO
Una de las versiones más equilibradas piano/orquesta que conozco es la de Andras Schiff. Hace poco me enteré por una entrevista que el presidente de Decca nunca estuvo de acuerdo en que Schiff grabara todos los conciertos para piano de Mozart con Sandor Vegh dirigiendo la Camerata Salzburgo, nunca entendió por qué no grabó junto con un director más famoso, más relevante, un verdadero director (y la verdad hoy le doy la razón) y no un músico de cámara según él, y que la insistencia de Schiff le costó su contrato con la disquera, pasando a ECM como resultado (para disfrute de muchos de nosotros, porque pudo revisitar obras con un enfoque más maduro y experimental a la vez, una verdadera bendición). Aunque esta aclamada versión cuente con un buen equilibrio creo que le hace falta fuerza tanto al piano como a la orquesta en el primer movimiento. Creo que a Schiff le hace falta realzar más los graves, aún en el segundo movimiento, cuyo diálogo entre manos izquierda y derecha es tan importante. A la larga Schiff sigue siendo el tímido y retraído de siempre, lo que le va muy bien en obras de Bach, pero no tanto en Mozart y Beethoven, quienes eran verdaderos rebeldes como ciudadanos y como artistas. Schiff es un caballero, que no quiere tomar demasiado espacio ni protagonismo, y que defiende el ideal de buen gusto por encima de todo. A la larga es un estecista, un pacifista. Qué tan compatible es todo eso con esta obra?
De las versiones recientes que conozco, una de las mejor logradas es la de Helene Grimaud en el disco The Messenger del año 2020. Impacta que Grimaud dirige desde el piano, creo que es la única grabación que conozco de ella en que dirige una orquesta, también la Camerata Salzburgo. Me encanta lo dudoso que entra el piano, casi equivocandose, y la respiración que siempre se oye en las grabaciones de Helene, como recordando que es una obra extremadamente humana, para luego desplegar toda su técnica. Creo que Helene Grimaud es genial en cualquier repertorio. Todas las grabaciones que conozco de ella valen mucho la pena. Tal vez lo que más sorprende es que uno no diría que es una mozartiana confirmada, pero con esta grabación queda demostrado que aún en ese repertorio ella tiene algo relevante que decir.
Luego de estas líneas, y revisando esta grabación de Grimaud, creo que lo que podría destacarse en Mozart es justamente esa democratización de la música tanto en lo vertical como en lo horizontal. A nadie le sorprende que su música le guste a diferentes franjas de la sociedad, como a un alto ejecutivo o a un obrero. Tampoco sorprende que le guste a adultos de cualquier edad o a niños. Y sigue siendo música llamada clásica, nadie lo dudaría. Pero creo que hoy la música de Mozart no se ve tan elitista, como sí podría verse la de Beethoven o la de Bach. Pensando en esto, Mozart podría incluso ser la clave para resolver el rompecabezas que ocupa gran parte de las preocupaciones post-Covid de los directivos de grandes instituciones de música clásica, como el Met de NY o la ópera de Paris: cómo atraer mayor cantidad de público y más diverso? Pensemos en ese Mozart claroscuro, como el de este concierto para piano.
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