Descubriendo a Andris Nelsons

Motivado por críticas encontradas sobre el reciente ciclo sinfónico de Brahms por John Elliot Gardiner con la Royal Concertgebouw Orchestra de Ámsterdam, hace unas semanas hice una playlist en Qobuz para comparar las interpretaciones del primer movimiento de la primera sinfonía de Brahms por varias orquestas y directores. 

Para que fuera más o menos una escucha a ciegas, la reproduje aleatoriamente; para cada track, una vez tenia mi juicio listo y una nota mental puesta, veía de qué orquesta y director se trataba, luego dejaba de mirar y pasaba al siguiente. No fue un ejercicio super estricto tampoco. Y no se trataba de la comparación de toda la primera sinfonía de Brahms ni de sus cuatro sinfonías, sino de los primeros minutos del primer movimiento, que desde que lo conocí me pareció y me sigue pareciendo extremadamente revolucionario, como una especie de declaración de que llegaba el Brahms sinfonista pisando fuerte, tal como Schumann lo había predicho más de 20 años atrás. 


LOS PRIMEROS


Con algunas obras me pasa eso, eso de la declaración, de pensar que el compositor está afirmando algo trascendental con la primera obra de una serie. Me pasa mucho con la primera sonata para piano de Beethoven. Increíble sonata, que también me suena como una declaración, y que desde que la oí a conciencia tocada por Maurizio Pollini, no me he cansado de repetirla. Pero también con otras primeras obras como la primera sinfonía de Bruckner, la primera sinfonía de Vaughan Williams, la primera sinfonía de Dvorak, el primer nocturno de Chopin, el primer impromptu de Schubert, incluso el holandés errante de Wagner, su primera gran ópera, y también la primera sinfonía de Mahler. Todo eso me parece de compositores que llegan pisando fuerte, con una mezcla de ímpetu juvenil y de madurez, porque en general se trata de obras que trabajaron durante años antes de atreverse a publicarlas, y en muchos casos las pudieron trabajar muchísimo más que sus obras siguientes.

Volviendo a la escucha a ciegas, lo primero que noté es que absolutamente todas las versiones me gustaban, y por otro lado, me llevé una grandísima sorpresa con dos de las grabaciones incluidas, por su calidad sobresaliente: Simon Rattle con la orquesta filarmónica de Berlín, pero sobre todo Andris Nelsons dirigiendo la orquesta sinfónica de Boston. Nunca he sido fan de Rattle, y menos con las grabaciones EMI con la filarmónica de Berlín. Lo que me impresionó mucho fue su ciclo Sibelius con la orquesta de Birmingham en sus comienzos y los ciclos de Beethoven y Sibelius con la de Berlín, y por ahí una que otra grabación suelta de Mahler por ejemplo, y no mucho más. Y ahora esta tremenda grabación. 


NELSONS EN BRAHMS


Pero definitivamente la mejor de esa escucha a ciegas, incluso por encima que mis referencias hasta ese momento como Klemperer, Karajan, Barenboim, … fue la de Nelsons. 

Oyendo luego todo el ciclo, me di cuenta de varios aspectos que podrían explicar su calidad. Primero, ese ciclo tiene una mezcla de potencia, definición y transparencia que no tienen los otros. Es decir, en Brahms se cae mucho en una especie de pesadez o, más recientemente, algo un poco más transparente con interpretaciones historicistas o muy influenciadas por este movimiento, pero rara vez tenemos una mezcla tan bien lograda de estos dos enfoques, sin que la de Nelsons sea historicista. 

Como siempre, no descarto que a causa del sonido, esta grabación me hubiera cautivado tanto. 

En fin, ahí fue cuando empecé a tomar más en serio a Andris Nelsons, del cual ya conocía algunas cosas pero que no lo tomaba tan en serio como director, no como Yannick Nezet-Seguin por ejemplo a quien desde hace muchos años le sigo la carrera de cerca. De Andris Nelsons conocía algunas cosas como director acompañando algunos conciertos, por ejemplo los conciertos para piano de Chopin tocados por Daniel Barenboim, que es una de mis interpretaciones de referencia junto con las de Samson François. 



También conocía los conciertos para piano de Brahms acompañando a Helene Grimaud, un discazo y, más recientemente, el ciclo Ravel acompañando a Seong-Jin Cho. 




Todos ellos son tremendos pianistas, que adoro, y estos discos son increíbles, pero por supuesto para mí se tratan más de discos de solista que de director. 

También recientemente me encantó el disco Saint-Saens acompañando a Lang Lang. 

Como director, me impresionó su interpretación que salió en una caja recopilatorio de todas las sinfonías de Bruckner. Me pareció  una buena interpretación, pero no una interpretación de referencia como tal. Por otro lado, la Boston Symphony Orchestra me ha gustado con algunas grabaciones aisladas, pero siempre la consideré por debajo de otras estadounidenses como la orquesta de Chicago, la de NY e incluso tal vez la de Filadelfia. Pero con esta interpretación de Brahms cambió bastante mi percepción. 


NELSONS Y SHOSTAKOVICH


Y entonces me volteé a mirar una caja recopilatoria que sacó la DG este año con todas las sinfonías y conciertos, y la ópera Lady Macbeth de Shostakovich, con Andris Nelsons dirigiendo la Boston Symphony Orchestra. 

Yo había seguido algunas grabaciones a medida que iban saliendo, pero no había tenido la experiencia de oírlas en orden porque fueron grabadas en desorden y las iban publicando durante un periodo de 10 años, apenas nombraron a Nelsons director de la orquesta de Boston en 2014. Y bueno con esta escucha sistemática, en orden, realmente se confirma lo que ya había oído antes sobre este director, como que era el llamado a reemplazar a Simon Rattle en la orquesta filarmónica de Berlín, en vez de Kyrill Petrenko. Había oído voces en ese sentido, y acá con esto, empiezo a estar muy de acuerdo con esta opinión. Realmente esta caja recopilatoria es de altísimo nivel. Tal vez incluso en este momento se convirtió en mi referencia absoluta para por lo menos el trabajo sinfónico de Shostakovich, aún no sé lo de los concertos, pero viendo los solistas tal vez también: Yuja Wang y Yo Yo Ma, aunque no recuerdo haber oído nada de la violinista Baiba Skride. 




Los conciertos para piano de Shostakovich me traen unos recuerdos y unas vivencias muy intensas en Lyon siendo estudiante doctoral: yo tenía un reproductor de cds adquirido en la fnac, un discman, y me desplazaba oyendo los cds que iba adquiriendo; aún era opositor del iPod y de los archivos comprimidos en mp3 que ya andaban rondando por esa época pre-streaming. Tampoco estaba de acuerdo con la piratería ni nada de eso, no tanto por la parte ética como por la calidad del sonido. Entonces en esa época recuerdo mis desplazamientos en trenes y metros en Lyon oyendo los conciertos de Shostakovich en una colección de 3 cds que me cautivó por completo y que no podía dejar de oír por varios días. 

Era toda una decoración musical para una época fría, blanca, intensa y solitaria de mi vida, sobre todo los conciertos para piano. La buena música, triste, siempre me ayudó a relativizar mi propia situación, convirtiéndose en una compañera fiel para todos los momentos; nunca estuve de acuerdo con eso que me decían algunos, que oían música diferente según su estado de ánimo, al contrario recomiendo música triste para todo momento, porque como decía Schubert, no existe música alegre, pero recomiendo la música más triste para los momentos más tristes, porque ahí uno se da cuenta que la tristeza de uno es insignificante en comparación con la tristeza del compositor que creó lo que uno está oyendo. Por ejemplo, Pink Floyd me había enseñado eso mucho antes, porque un Shine on you crazy diamond tiene un peso específico 100 o 1000 veces mayor que un Yellow Submarine de los Beatles; quién podría oír eso estando deprimido? Resultaría totalmente contraproducente en mi opinión. 

Pero volviendo a la grabación de Nelsons de Shostakovich, me impresiona mucho que yo llevaba un buen tiempo alejado de la música de Shostakovich, estaba algo saturado, porque pues me parecía un poco pesada y no tan digerible. Shostakovich nunca me ha dejado de parecer un genio, pero en la cotidianidad su música no me parece tan adaptada. O como diría Boulez, no es música para oír mientras uno se lava los dientes. 

Entonces lo mejor de estas interpretaciones de Andris Nelsons es que me reexplicó Shostakovich, me lo aterrizó, y de cierta forma me lo suavizó, mostrándome un carácter súper estético por un lado, con una potencia de la orquesta y unos matices increíbles, y por otro lado sin dejar la crudeza y el sentido político y contestatario de esta música, que también es un sello, una marca de fábrica, de Shostakovich. 

Andris Nelsons entonces se ganó el escaso sello de intérprete, que solo algunos pocos tienen para mí, y cuyo mayor representante es Barenboim. Es increíble esa mezcla que logra Nelsons en donde, sin dejar de lado una estética y una belleza naturales de esta música, logra un sonido y un mensaje tan potente. Una crudeza tan característica de Shostakovich pero siempre bajo una sombrilla estética sin concesiones. 

Creo que la calidad de la grabación y el sonido, pero también la transparencia y ese sonido brillante de la orquesta juegan un papel muy importante. 

Los cobres, por ejemplo, y sobre todo las maderas, pues son inmejorables, nunca había oído tal despliegue de vituosismo en estas obras, que creía conocer tan bien, y pues eso es virtud en gran parte de la orquesta: no sabía que la orquesta de Boston ostentaba tremendos músicos en secciones tan delicadas como los cobres, ni que tenían tanta elegancia. 

Además me impresionaron los tempos en general y las sutilezas de las matices, lo cual pues viene directamente del arte del director. Por ejemplo, cuando oí por primera vez el comienzo de la cuarta sinfonía en esta versión Nelsons-Boston, me pareció demasiado rápido, estaba acostumbrado a una cierta pesadez en ese comienzo que es tan característico de Shostakovich, pero con el transcurrir de la sinfonía le doy toda la razón a esta escogencia. 

Entonces creo que a la vez Andris Nelsons nos está mostrando otra faceta de esta música, se trata tal vez de una faceta un poco más ligera y mucho más estética. Como ya lo mencioné, uno de los rasgos característicos en todo el ciclo es el manejo de los cobres: tal vez por haber sido trompetista en la orquesta de Riga, Nelsons le da una suavidad y una elegancia a la sección de cobres, que de hecho ya era notorio en su ciclo Bruckner, recordando tal vez las increíbles grabaciones Bruckner de Abbado; el equilibrio de los cobres con el resto de la orquesta, y los matices que logra son realmente admirables. Con estas grabaciones Andris Nelsons logra nuevamente poner la música de Shostakovich en un primer plano, en un plano superior como uno de los grandes genios y grandísimos sinfonistas del siglo 20. Me volvió definitivamente a traer a Shostakovich a mi cotidianidad, cosa que pensaba que ya era algo del pasado, de cuando en pleno invierno me desplazaba en Lyon. Creo que se trata de una verdadera lección para la música del siglo XX y por qué no la música contemporánea, en la que, sin dejar de lado cualquier mensaje político, cualquiera apuesta artística o ideológica, la parte estética, la belleza musical, incluso realzan ese mensaje o esas apuestas. Creo que es el camino necesario para recorrer en la música del siglo XX y posterior.


CONTRATOS DG


Esto me hace pensar que hace unos días recibí la noticia que el compositor Yu-Peng Chen era el primer compositor chino en haber firmado un contrato de exclusividad con Deutsche Grammophon, y por lo poco que he oído, la apuesta sí es por algo estético, no de todo mi gusto, pero al menos el lenguaje musical es cercano. 

Esta grabación de Nelsons también me hace pensar a una entrevista que le hacían creo que a Boulez (o Abbado hablando de Boulez, no recuerdo bien) en la que afirmaba que si bien la música contemporánea era complicada, la primera condición era que fuera bien tocada, bien interpretada: acá con Shostakovich, Nelsons definitivamente logra una interpretación de altísima calidad. Este proyecto es el resultado de un contrato de exclusividad de Nelsons para grabar esta serie de Shostakovich con la Boston Symphony Orchestra, todas las sinfonías de Bruckner con la orquesta Gewandhausorchester Leipzig y todas las sinfonías de Beethoven con la orquesta filarmónica de Viena. 


Esto lo realizó durante aproximadamente diez años desde el 2014, habiendo completado primero Beethoven para publicarlo en 2020 para la celebración del 250 aniversario del nacimiento de Beethoven, luego Bruckner a finales de 2023, para conmemorar el aniversario 200 del nacimiento del compositor austriaco en 2024 y finalmente el ciclo más ambicioso de los tres: Shostakovich para conmemorar el 50 aniversario de su muerte este año 2025. Aparte de eso, Nelsons publicó también en 2022 una caja recopilatoria con las obras más importantes de Richard Strauss grabadas en vivo con las orquestas de Boston y de Leipzig. Antes o alrededor de 2014, cuando lo nombraron director de la orquesta de Boston, Nelsons ya había publicado discos aislados de Strauss y Lohengrin de Wagner para el sello Orfeo, Dvorak y Tchaikovsky para el sello BR Klassik y cosas aisladas para el sello Bis, y por supuesto su genial ciclo Brahms para el sello propio de la orquesta de Boston. Sin embargo, ese contrato de exclusividad con DG creo que le dio orden a su carrera y unos derroteros claros, unos proyectos de largo aliento que tuvo la fortuna de completar. Creo que eso marca a Nelsons como un director serio, profundo, y no tan entregado a lo comercial como otros. 


PORVENIR


Aunque no se ha confirmado, es posible que Nelsons grabe Wagner, puesto que en su ciclo Bruckner combinó las sinfonías con varios preludios y oberturas de óperas de Wagner, que aunque muy pensado en cuanto a la parte cronológica y motivacional, y en un principio me pareció muy buena idea, sobre el papel, en mi opinión no logró un efecto musical muy afortunado: siendo fan absoluto tanto de Wagner como de Bruckner, ahora estoy convencido que aunque Bruckner admiraba a Wagner, la música de ambos compositores no tiene mucho que ver, a excepción tal vez de algunos rasgos de la instrumentación. 

Es una opinión muy personal, pero creo que la música de Bruckner en el fondo está más por el lado de Brahms que de Wagner, al no tener programa ni voces, y al conservar los cuatro movimientos sinfónicos de las sinfonías clásicas, cosa opuesta a las obras sinfónicas de Liszt, por ejemplo, y a lo que promulgaba el mismo Wagner. Siempre fue un misterio para mí que Wagner aceptara la adulación de Bruckner, y lo que creo es que Wagner nunca tomó a Bruckner muy en serio, simplemente fue simpático con él y tal vez admiraba su escritura sinfónica, pero su posición como artista creo que nunca le convenció. Sé que Bruckner y Wagner están oficialmente en el mismo bando, pero a mi parecer, musicalmente no lo están. Repito, es una opinión muy personal que nunca he leído en ninguna parte. Creo que Wagner es extremadamente importante para Andris Nelsons, y se cuenta incluso que a los 5 años Nelsons fue a una representación de Tannhauser en Riga que lo marcó de por vida, y que tuvo que ver en su motivación por la música. Entonces no parece tan alejado que Nelsons comience algún proyecto de grabación dedicado a Wagner. Por otro lado, últimamente Nelsons ha mostrado mucho interés en Mahler, y podría entonces estar iniciando un ciclo dedicado a ese compositor. En ese caso, sería de los pocos directores dedicados tanto a Bruckner como a Mahler, lo cual hasta ahora ha sido reservado a muy pocos. Tampoco descartaría un nuevo ciclo Brahms o un ciclo Tchaikovsky, dadas sus experiencias pasadas, por fuera de DG. En todo caso, ojalá siga dedicado a ciclos y a proyectos de gran envergadura como hasta ahora. Todos mis respetos a Andris Nelsons y a la Boston Symphony Orchestra.

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