Wagner - el verdadero oro del Rhin (parte 1/2)

Esta es una de las entradas que he debido escribir muy al comienzo de mi blog, porque si se han dado cuenta, casi todas mis entradas tienen una estructura similar: el relato de mi sorpresa ante una nueva producción o un descubrimiento musical. Y es que con Richard Wagner me llevé una de las mayores sorpresas de mi vida. Sin embargo, Wagner es tan colosal que me daba miedo (y me sigue dando) empezar a escribir porque me imaginaba una entrada exageradamente grande: haré mi mejor esfuerzo por que no sea así. En seguida el relato.

 

ÓPERA? NO GRACIAS

 

Bueno, pues aquello de las letras en las canciones (de rock por ejemplo), entender el mensaje, nunca fue lo mío. Me daba lo mismo si entendía la letra o no, fuera en español, inglés, francés o lo que fuera. Lo que buscaba era la música. Disfruté muchísimo los Beatles con un cassette de las mejores baladas que me regalaron como a los 7 años; lo disfruté durante años sin entender una palabra. Y no solo era por el idioma, en español también. Me aficioné a Charly García: el tipo hablaba de la dictadura argentina y yo ni idea, no me interesaba. Más adelante con Pink Floyd lo mismo. Busqué siempre la música y ya. Claro, apreciaba el buen canto, la melodía, que cuadrara con la música, y eso era todo. Recuerdo mi abuelo materno, barranquillero, muy barranquillero, es decir aficionado al béisbol, al whisky, al jazz, y a todo lo que sonara o pareciera norteamericano, quien al final de su vida oía más o menos cualquier cosa cantada: ranchera, bolero, tango, lo que llegara, jazz también claro (me acuerdo por ejemplo su Nat King Cole que ponía a todo volumen luego de pedir permiso con un « es que el jazz sí debe oírse a buen volumen », pero también tenía latin jazz y vinilos de Dave Brubeck, unas cuantas joyas). Él me presentaba cosas, y recuerdo muy bien diciéndole que no me gustaba la música cantada. El me decía que si era melómano lo normal era que apreciara todo. Cuánta razón tenía. Lo mismo con mi amigo y colega Jaime Lara, con quien compartíamos el gusto por el rock en español, cuando le dije que me gustaba el tango y le mostré algo (debió ser Piazzolla), recuerdo muy bien mi gran sorpresa cuando me dijo algo como “pero si no cantan no me interesa”. Gran sorpresa porque en realidad para mí era totalmente irrelevante que cantaran o no. Es más, las mejores canciones de rock eran en principio las que menos tenían partes cantadas. Por eso mi afición a Pink Floyd, claro.

Entonces así muy difícil interesarme en la ópera. Además, detestaba esas voces chillonas de las soprano. Y no solo eso, huía a los tenores, me parecía inmundo todo eso. Súper cursi todo ese mundillo de la ópera. Además, no arreglaba para nada que nunca me gustó el teatro, y que acá en Colombia hubiera una tradición más de zarzuela (seguro por la herencia española) que de ópera seria. Nunca entendí ni el teatro ni la zarzuela. 

 

Un día vi una entrevista que le hicieron a Pavarotti en la que le preguntaban qué cantante de rock/pop podía cantar ópera. El respondió muy acertadamente que ninguno porque la ópera no se canta con la voz normal de cantar el feliz cumpleaños, sino que la técnica es completamente distinta, no solo la garganta está en juego sino todo el cuerpo, y además está todo el cuento de la actuación, pero que tal vez con mucha preparación le parecía que Fredy Mercury o Eric Clapton podían lograrlo. Claro! Era eso. Aunque yo pensaba que seguro nunca había oído a Elkin Ramírez de Kraken, Ian Gillan de Deep Purple, Bruce Dickinson de Iron Maiden o Rob Halford de Judas Priest. Hasta ese momento esos eran los cantantes más líricos que conocía, pero por supuesto había entendido el mensaje de Pavarotti: era como pensar que el mejor bailarín de salsa puede bailar ballet naturalmente, sin ninguna preparación; imposible.

https://greatsong.net/PAROLES-IAN-GILLAN,VENGEANCE,105544648.html

https://deadline.com/2021/04/iron-maiden-bruce-dickinson-siege-sarajevo-concert-movie-script-sacha-gervasi-1234746573/

https://www.tumgir.com/tag/Screaming%20For%20Vengeance

Por allá en el 2005 me encontraba en Graz (Austria) con Jean-Luc, mi director de tesis doctoral, porque me había involucrado en un proyecto de investigación franco-austriaco. Recuerdo una especie de festival en donde nos pareció divertido tomarnos una cerveza que se ofrecía de marca Null komma Joseph. Qué desilusión cuando nos dimos cuenta que era sin alcohol; claro, era clarísimo con ese nombre, pero qué cerveza tan Null decíamos después. En ese festival pasaban ópera en pantallas gigantes. Empezamos a ver una de Mozart, tal vez Don Giovanni. Yo no tenía ni idea de nada de ópera y le preguntaba a Jean-Luc que por qué no cantaban y él, que sí sabe bastante de ópera y tiene una gran cultura musical, me decía que era la obertura. Me pareció lo máximo, tan poderosa, increíble. Luego empezaron a cantar y nos fuimos.

https://www.google.com/url?sa=i&url=https%3A%2F%2Fwww.ebay.com%2Fitm%2F352528355705&psig=AOvVaw1N6_KiU6We6cO5nwBGISFI&ust=1645650765873000&source=images&cd=vfe&ved=0CAsQjRxqFwoTCPij-YOdlPYCFQAAAAAdAAAAABAE 

 

ALGO DE MATEMÁTICAS:

BEETHOVEN + SHAKESPEARE = WAGNER

 

Pensaba, lástima que lo mejor de las óperas sean las oberturas, lo que menos dura. Entonces me imaginaba que debía haber compositores que componían más y mejores oberturas que otros, pero cuáles? No era fácil, porque se necesitaba una especie de sinfonista pero dedicado a la ópera. Pocos de los mejores sinfonistas se habían dedicado a la ópera. Por ejemplo ni Brahms ni Bruckner habían compuesto alguna. Beethoven sólo una. Quién quedaba?

 

En esa búsqueda me encontré con un CD de Solti con puras oberturas compuestas por Wagner. Claro Wagner! Algo me decía ese nombre. Que yo supiera no era sinfonista, pero me estaba enterando que Wagner pretendía lograr una síntesis ideal entre Beethoven y Shakespeare. En efecto él estaba convencido que la sinfonía clásica, con sus cuatro movimientos tipo sonata, típicamente sin voces, se había acabado con la propuesta tan revolucionaria de la 9ª de Beethoven, en la que involucraba coros y cantantes solistas. Wagner no podía concebir que luego de eso, alguien pudiera seguir componiendo sinfonías como antes. Entonces no apreciaba tanto a aquellos que según él no habían entendido el mensaje de Beethoven, como Brahms, Mendelssohn (además por ser judío) y Schumann. El mundo se dividía en dos: los wagnerianos como Liszt, Berlioz y otros, y los antiwagnerianos como los que ya mencioné.

Entonces claro, ese disco de Solti era la solución a mi alergia a las voces! Increíble todo ese disco. Para mí era una joya en la época. Todo era absolutamente genial, poderosísimo! Lo que más me gustaba indudablemente era la obertura al Holandés Errante como creo que se traduce al español, Der fliegende Holländer en alemán, Le Vaisseau Fantôme en francés o The Flying Dutchman en inglés (creo que con esta ópera pasa lo mismo que con los títulos de algunas películas, traducidos de manera muy distinta en diferentes idiomas, nunca he entendido por qué). Esa obertura es genial por varias razones. Primero, siempre la vi como una especie de resumen (abstract) muy al estilo de un artículo científico: están todos los elementos que luego se desarrollan en la ópera. Claro, esta característica la vine a entender más adelante cuando oí la ópera completa. Segundo, esta ópera fue escrita luego de un viaje en barco hacia Londres al parecer muy traumático para Wagner, en el que casi naufraga: se oye muy claramente la tormenta, casi que el viento y el oleaje, es increíble. Con eso entendí de qué se trataba Wagner, el cromatismo que me encanta literalmente, los famosos temas melódicos convertidos casi que en personajes (los famosos leitmotiv), pero por encima de todo una orquestación saturada y poderosa. 

 

AUTOS, JETS, AVIONES… UN BARCO FANTASMA, MI CAPITÁN!

 

Ya estando ambientado con la obertura a esa primera ópera de madurez de Wagner, en la biblioteca municipal de Lyon me prestaron la ópera completa. La oí leyendo el texto; claro, una traducción muy buena (creo) al francés. De repente todo empezó a encajar: música, texto y voz. Wagner me estaba mostrando que con algunos dramas de la vida era imposible cantar normal, por ejemplo. O sea, esas voces que inicialmente me parecían inmundas, en realidad encajaban muy bien con todo el resto. Lo otro que noté es que las melodías de las voces no se parecían para nada a las cursis (para mí) melodías de las óperas italianas. Empecé a entender mejor eso de crear un drama musical propiamente alemán, ambición perseguida por Wagner desde el principio. Además, el texto, así fuera traducido, era perfecto para la historia que se estaba contando y para el estilo de voz y la melodía que se producía. Era increíble que me estuviera empezando a gustar aquello. Como ya conocía muy bien la obertura, podía identificar elementos que ya conocía, pero con un desarrollo inmensamente ambicioso. Algo que me sorprendió fue la historia como tal: contaba a su manera una leyenda de un marinero holandés (o sea, tal vez un pirata) condenado a vagar eternamente en los mares, a menos que encontrara una mujer fiel (parece que no había tantas). Qué raro, yo pensaba que las óperas solo podían tratarse de historias de amor imposible y cosas por el estilo que me parecían extremadamente cursis y anacrónicas. Eso de entrada me pareció genial, porque daba la posibilidad de muchas interpretaciones y porque se puede adaptar a cualquier época, no puede pasar de moda. Adicionalmente, me preguntaba cómo diablos se lograba montar una escena semejante, con barcos, tormentas, fantasmas y demás. Eso me parecía y me sigue pareciendo un reto mayor para cualquier director de teatro, independiente de la interpretación que se le dé a la historia. Es decir, todo eso me parecía que se salía del molde de la ópera como me la había imaginado toda la vida, por ignorancia claro, simplemente como una obra de teatro musicalizada.

Por supuesto empecé a leer sobre Wagner. Quién era, cómo pasó de ser prófugo de Dresden por anarquista a ser adorado y financiado por la monarquía. Cómo pasó de ser un fracaso en Francia plagado de deudas, a ser un personaje público de la mayor importancia al que se le preguntaba la opinión sobre cualquier asunto musical o extramusical. Toda una celebridad al final de su vida. Y cosas un poco más oscuras, como su antisemitismo y cómo, 50 años después de su muerte, lo aprovecharon los nazis para su causa. No quiero referirme mucho al grupo paramilitar ruso Wagner, con un activo rol actualmente en Kiev. Solo eso...

También leí sobre su obra: prácticamente sólo había compuesto óperas, rarísimo! Un aspecto mayor, es que prácticamente ningún músico importante compuso el libreto de sus óperas, ni Mozart, ni Beethoven, ni Haydn, ni los italianos (que yo sepa), en cambio Wagner compuso y escribió todo. Tiene un total de 14 óperas, de las cuales 4 se consideran de juventud y las otras 10 de madurez; el Holandés Errante es la primera de las de madurez. Entonces yo pensaba, si hasta ahora estaba arrancando y ya tenía ese nivel, cómo serían sus óperas posteriores! Hace no tanto, tal vez en 2017, cuando ya me consideraba un wagneriano confirmado, tuve la oportunidad de ver en vivo en Berlín el Holandés Errante por Donald Runnicles dirigiendo el coro y la orquesta de la Deutschen Oper Berlin. Fue increíble, estaba en el centro de la segunda fila en el teatro de la Deutsche Oper. 

Desde hace un tiempo, cuando viajo, casi siempre por trabajo a algún sitio, justo después de comprar los pasajes de avión, y antes incluso de saber en dónde me voy a quedar, tengo la costumbre de mirar si hay boletas disponibles de algún evento musical. Por eso muchas veces alcanzo a escoger una buena ubicación en los teatros o auditorios. Mucha gente piensa que ir a un concierto de música clásica y sobre todo a la ópera es extremadamente costoso: yo lo que he visto es que un espectáculo de música pop, un partido de fútbol o incluso la entrada a ciertas discotecas, son casi siempre mucho más costosos que el puesto más caro para un concierto de música clásica. Eso sin hablar de las ayudas que se dan, sobre todo en países como Francia. Muchas veces me he encontrado sentado en una magnífica ubicación al lado de un estudiante de colegio que me cuenta que la entrada le costó menos de 10 euros, cuando a mí me costó algo como 60 euros. Pues creo que ni 10 ni 60 euros cuestan un concierto de Shakira o de Maluma, o de Bad Bunny ni en un mal puesto. A finales de 2018 con mis amigos de siempre Manu Forero y Andrés Contreras fuimos al concierto de Roger Waters en el Estadio El Campín en Bogotá y a cada uno nos costó algo como 300 euros (o sea más de un millón de pesos colombianos) en un impeorable puesto, si mal no recuerdo.

cortesía Andrés Contreras

 

NUREMBERG: UN ALTO EN EL CAMINO HACIA BAYREUTH

 

Volviendo a Wagner, dentro de sus 10 óperas de madurez, había algo que sobresalía claramente. Se trataba de cuatro óperas que constituían una saga, una tetralogía, el Anillo de los Nibelungos, el famoso Ring. Con esto me daba cuenta que Wagner ponía en ópera la mitología germánica, lo cual en sí me parece una genialidad porque eso sí que nunca podrá ser anacrónico, tal vez sea el único tema posible que perdure y que trascienda las modas y las costumbres propias de las épocas. Además, esa tetralogía se presentaba como su obra cumbre, compuesta durante 28 años, con una pausa, o más bien desaceleración, de 12 años, mientras que componía otras dos óperas clave: Tristán e Isolde y Los Maestros Cantores de Nuremberg. 

Tristán e Isolde es una ópera, o drama musical, como prefería llamarla Wagner, inspirada en una leyenda celta. Es clave porque propuso un sonido totalmente nuevo, un desarrollo armónico completamente distinto a todo lo que se había compuesto hasta ese momento. Hoy en día se piensa que sirvió de punto de partida para la música del siglo 20 y en particular de la de Schönberg. Recuerdo que por allá en 2011, en uno de mis viajes de trabajo a Lyon, tuve la oportunidad de ver esa ópera dirigida por el ruso Kirill Petrenko. Creo que llegué y ese mismo día en la noche era la función. Confieso que tenía mucho sueño, pero no me dormí. Como casi todo lo que he visto en Lyon, me pareció una función de primera. Creo que la ópera de Lyon, su arquitectura, es muy adaptada a Wagner: es un edificio muy moderno, no tiene decoraciones, es sobrio y las sillas son negras, el escenario es total protagonista, aunque la orquesta no queda escondida como en Bayreuth; más adelante comentaré más al respecto. El señor que se sentó al lado mío me decía que Kirill Petrenko era un genio. Yo ni idea. Varios años después lo eligieron director de la Filarmónica de Berlín, en reemplazo de Simon Rattle. Por algo sería… 

 

En cuanto a Los Maestros Cantores de Nuremberg, la ópera más alegre de Wagner, siempre me encantó el tratamiento del contrapunto y el convincente viaje que propone Wagner al medioevo. Un sonido muy diferente del resto de sus óperas. Además, tiene coros, lo cual es algo que me encanta y que para mi gusto le hizo falta explotar más a Wagner en varias de sus óperas. Más adelante supe que era la preferida de Hitler, y que en una función dirigida por Karajan de memoria (por lo que siempre se ufanó), le falló la memoria y tuvieron que parar la función: Hitler prometió nunca volver a algo dirigido por Karajan.

 

EL ANILLO: LA OBRA CUMBRE… UNIVERSAL?

 

El caso es que luego de oír varias veces el Holandés Errante, me lancé a oír su obra cumbre, el Anillo de los Nibelungos, también con una colección, la famosa grabación de Solti dirigiendo la orquesta filarmónica de Viena realizada entre 1958 y 1965 (DECCA), que me prestaron en la biblioteca municipal de Lyon. Luego me enteré que muchos consideran esta como la mejor grabación de todos los tiempos. En todo caso, entiendo que fue el primer Ring de estudio grabado en stereo. Bueno pues, con libreto en mano, igualmente una traducción excelente al francés, casi que no podía creer lo que estaba oyendo y leyendo. Además de todas las características enunciadas antes, y que tenían un nivel de perfeccionamiento increíble, no concebía que pudiera haber otro tipo de voz con el que se expresaran esos personajes, porque se trataba de dioses, semidioses, nibelungos, gigantes, dragones, sirenas, valkirias, etc. O sea “quién ha oído a un nibelungo, de pronto habla tal cual así, por qué no”. Es decir, ya estaba completamente capturado por el arte de Wagner, y eso únicamente con el audio. Igualmente me parecía genial y atemporal aquello de hacer una ópera a partir de la mitología. Un golpe de genialidad pura. Y pues ni hablar de la música… No. Ni hablar. Se alargaría demasiado la entrada.


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