Wagner - el verdadero oro del Rhin (parte 2/2)

Entonces claro, ya completamente capturado, habiendo oído la mitad de las óperas de madurez, por supuesto me lancé a oír el resto. Y pues claro, como había oído la primera y la cumbre de sus obras de madurez, me imaginaba que iba a ser una especie de progresión tanto musical como de estilo, y que más o menos había una coherencia evolutiva entre las obras. Esa es la otra cosa muy sorprendente de Wagner: a pesar de tener un estilo muy propio, todas las óperas son muy distintas tanto en estilo musical como en tema. Por ejemplo Tannhäuser, segunda ópera de madurez que cuenta los cuestionamientos de un poeta maldito sobre el amor sagrado y lo profano, basada en una leyenda germánica, no tiene mucho que ver con Parsifal, última obra de Wagner (denominada por él mismo como un festival escénico sagrado, y no una ópera) sobre los caballeros del Grial, basada en una epopeya medieval, y en la cual se nota muchísimo el carácter de obra sacra, muy alejado de lo que uno conoce como ópera. 

En 2013 se presentó una versión de concierto de Tannhäuser en Bogotá. Creo que era la primera vez que se montaba la obra en Colombia. El director era el venezolano Gustavo Dudamel, hoy en día director de la Ópera de París. En esa época se solía comparar a Dudamel con nuestra estrella colombiana, el paisa Andrés Orozco-Estrada, hoy en día director nada menos que de la Orquesta Sinfónica de Viena: había una especie de debate supongo que por tratarse de dos latinoamericanos más o menos de la misma edad, que quién era mejor, quién era menos payaso dirigiendo, más elegante o sobrio, etc. Creo que la historia va eligiendo poco a poco, aunque no haya que elegir, pero creo que a Dudamel le ha convenido mucho todo este cuento del Sistema tan publicitado, sobre todo en Europa, en donde incluso han hecho algunas imitaciones para insertar los inmigrantes a la sociedad.

https://culturanpositivo.wordpress.com/2013/06/26/opera-de-colombia-bogota-coro-extraordinario/

 

Además, no se puede negar que es excelente director, aunque nunca he sido fan. Pero su Mahler me parece bastante convincente. En esa función Liliana, quien decidió acompañarme, estaba (muy) embarazada, y Enrique en la barriga no dejó de patear durante toda la función, así como cuando oía Shine on You Crazy Diamond de Pink Floyd. 

En cuanto a Parsifal, tuve muchísima suerte de conocer esa obra con la increíble versión de Hans Knappertsbusch de 1962 en Bayreuth (Philips). Hasta ahora ninguna otra versión me ha movido como esta. En algún momento me decidí por una versión moderna, quería algo de DG de la era digital: volteé a mirar la versión del reputado director alemán Christian Thielemann dirigiendo el coro y la orquesta estatal de la ópera de Viena con un reparto de sueño que incluía a Plácido Domingo y Waltraud Meier, o sea todo parecía indicar que era una súper versión. Pues me dejó frío, nada que ver con la versión de Kna. 

 

LOHENGRIN Y LA CENSURA A WAGNER

 

Lastimosamente Richard Wagner fue censurado desde el inicio en mi casa, por Liliana. Cada vez que cuento eso, muchos se imaginan que se trata de algo ideológico o algo por el estilo, sobre todo porque se trata de Wagner, y el acercamiento a lo nazi es automático. Pero en realidad no era por ninguna razón ideológica ni nada por el estilo, no, sino porque simplemente Liliana no soporta la música de Wagner, a menos que sea en vivo. Yo sigo respetando eso porque no he olvidado cuando odiaba todo lo que sonara a ópera. Además, no tiene sentido poner Wagner a un volumen bajo. Algunos más puristas dirán que no tiene sentido oír Wagner si no es en vivo, en dado caso Liliana tendría toda la razón. 

 

En la ópera de Lyon (tal vez en 2006) presentaban una de las óperas más accesibles y que más me gustaban de Wagner en esa época. Siempre he pensado que solo con Lohengrin (3ª ópera de madurez) cualquier compositor se hubiera consagrado y hubiera pasado a la posteridad, segurísimo, así como Bizet con Carmen, pero en este caso aún no entiendo bien por qué. Muchas veces he ido solo a conciertos y también a la ópera, y de verdad no le veo el más mínimo problema a eso. Pero para mi gran sorpresa tanto Liliana como Irmgard, mi suegra que estaba de visita por esos días, decidieron acompañarme, más por el espectáculo en general que por la música, claro. Fue la primera ópera de Wagner que vi en vivo. Qué experiencia! A todos nos encantó.  

https://www.forumopera.com/v1/concerts/lohengrin_lyon1006.html

 

De Lohengrin, yo “solo” conocía la increíble versión de Kempe (EMI, 1964), que había oído y repetido incontables veces, sin duda alguna mi versión de referencia hasta hoy, a pesar de lo antigua. Pero la experiencia en vivo era otro cuento, además por lo del montaje escénico. En efecto me seguía preguntando cómo diablos lograban montar cosas tan elaboradas. Con Lohengrin había podido responder parcialmente esa pregunta porque se trata de una historia en una corte medieval, y lo más complicado es hacer que un caballero llegue por un río montado encima de un cisne, o halado por él. 

Decidí entonces adquirir el video del Holandés Errante por Woldemar Nelsson en Bayreuth (DG, 1985). Increíble puesta en escena. Y en efecto con ese video comprobaba que la puerta estaba abierta tanto para contar la historia al pie de la letra, lo cual puede parecer un poco cursi, como para interpretar el libreto de diversas formas, como por ejemplo más por el lado de la psicología, como en este caso. 

Me estaba enterando que en ópera es imprescindible la cooperación entre el director de teatro (“metteur en scène”, como se dice en francés, lo que me parece que describe mejor ese oficio) y el director de la orquesta. Incluso no es descabellado que en algunos montajes el director de teatro sea aún más importante que el director musical. Algo que me disgusta un poco es que en las revistas especializadas (Diapason, Classica), cuando hacen revisiones de alguna ópera en vivo o en video, se concentran mucho más en la puesta en escena que en la música, a la cual le dedican una o dos frases. A mí aún me sigue pareciendo más importante la música. Pero claro, como en el teatro, la puesta en escena puede generar muchísima controversia, admiración, rechazo, y marca de cierta forma la ideología artística de todo el equipo. Utilizan mucho la escenografía para criticar aspectos políticos, sociales o económicos de la sociedad y para dejar claras las posiciones sobre problemas contemporáneos relevantes, como el cambio climático, las inmigraciones, la guerra, etc. Mientras que la música en sí está más definida. Entonces claro, la puesta en escena es un renglón clave en la ópera, y Wagner es uno de los que más se presta para ese tipo de juegos. Eso lo vine a entender hasta hace poco. 

 

DOS FRANCESES EN BAYREUTH

 

Una de las cosas que también me hizo caer en cuenta sobre lo que comento arriba, fue la producción del centenario de Patrice Chéreau. "Del centenario de qué? Quién era Patrice Chéreau?" En realidad yo estaba buscando un buen video del Ring completo, y me encontré con una colección DG de 8 DVDs llamada “Patrice Chéreau’s Centenary Production”. Se trataba de un montaje de un reputado director de teatro, en realidad el “enfant terrible” del teatro francés, Patrice Chéreau, quien fue contratado para hacer la puesta en escena de la tetralogía completa del Anillo de los Nibelungos, bajo la dirección musical del famosísimo director de orquesta Pierre Boulez, más conocido por ser militante de música contemporánea y compositor. Ese montaje, en cabeza del dúo de franceses (además de otros franceses más, encargados del vestuario, la decoración, etc.), fue presentado en 1976 para festejar los 100 años de la inauguración del festival de Bayreuth, año en que se presentó por primera vez la tetralogía completa, es decir alrededor de 14 horas de ópera. Por supuesto me parecía rarísimo que la familia Wagner hubiera escogido un equipo de franceses para celebrar tremendo acontecimiento. Pero qué era eso del festival de Bayreuth?

Me acuerdo cuando leí una extensa biografía de Karajan hace muchos años, cuando apenas estaba empezando a interesarme de verdad por la música clasica. Esa biografía era prestada por mi tío abuelo político Ernesto Bautista, germanófilo hasta el tuétano, y en ella contaban que Karajan se iba a dirigir Wagner a Bayreuth. Fue la primera vez que supe de eso. Terminé el libro convencido que en la capital del Líbano había un festival súper importante de música clásica en el que invitaban a Karajan a dirigir!!! Como decimos en Colombia, la ignorancia sí que es atrevida. A mi favor está el hecho que la capital del Líbano se escribe Beyrouth en francés, y es tal vez en ese idioma que lo vi escrito por primera vez, y esa biografía de Karajan la leí en inglés lo cual seguro contó en mi confusión ortográfica, pero ahora volvía a ver el mismo nombre, Bayreuth, muchos años después. Y me estaba enterando que en varias ocasiones desde 1876 se realiza un festival en una pequeña ciudad alemana, en la región de Baviera, que se llama Bayreuth. Sin embargo, empecé a leer que no se trata de un festival normal de música clásica, sino que es mucho más monotemático que eso: tocan solo Wagner, solo sus óperas de madurez, y dentro de ellas privilegian el Ring. 

 

LA LOCURA DEL RING

 

En efecto Richard Wagner estaba convencido que su gran obra debía presentarse bajo condiciones ideales, lo que incluía un teatro especial. Este teatro fue diseñado por él mismo y construido cuando el compositor aún estaba en vida: en 1876 participó como escenógrafo, dejando la dirección musical a Hans Richter. La idea era lograr representar cada ópera como una “obra de arte total”. Wagner siempre criticó la ópera italiana porque pensaba que la gente iba a la ópera a mostrarse, que era un acto más social que otra cosa, y que en realidad no iban a presenciar una obra de arte. Entonces su teatro de Bayreuth era diferente porque estaba totalmente centrado en el escenario. Otra característica es que la orquesta y el director están escondidos debajo del escenario, nuevamente con el propósito de no distraer a la audiencia y que los asistentes logren concentrarse en el escenario. Además, esto tuvo una repercusión extremadamente importante en el sonido producido en ese teatro, que además es único, y cuya acústica fue aprobada por el mismo Wagner. Es decir, hoy se piensa que este era el sonido que realmente perseguía Wagner y que no puede alcanzarse en ningún otro teatro del mundo, solo en Bayreuth. A pesar de que el Ring requiera una orquesta gigante, por ejemplo con 32 violines, 6 harpas, 4 flautas, 8 cornos y una gran percusión, solo por mencionar algunos elementos, el hecho de estar en una fosa, escondida, hace que las voces sobresalgan naturalmente, y por lo tanto los cantantes no deben forzar la voz como sucede en la mayoría de producciones wagnerianas, y además pueden lograr matices más fácilmente (no siempre cantar de forte a fortissimo). Lo de la gran orquesta se trataba más de la textura orquestal que del volumen: 2 violines tocando lo mismo suenan distinto que 1 violín, así mismo 32 violines suenan muy distinto que solo 2, independiente del volumen. Wagner fue un estudioso y un verdadero pionero sobre la textura orquestal,  el color, la tonalidad, y otros términos que podrían estar más asociados a las artes plásticas y que siempre me ha costado trabajo entender. Tal vez lo de la textura es lo más claro para mí. Adicionalmente, en Bayreuth se genera una gran reverberación y por lo tanto el sonido cambia y se torna difuso, contribuyendo al estado de trance buscado por Wagner. 


Un vistazo a los asistentes de la primera representación del Ring los días 13, 14, 16 y 17 de agosto de 1876 (claro, las 14 horas deben repartirse en varios días) muestra la fama de Wagner, dentro y fuera de las fronteras alemanas: en efecto asisten dos emperadores (el de Alemania y el de Brasil) y un Rey (Ludwig II de Baviera, mecenas de Wagner durante años, quien pagó todas sus deudas y fue cofinanciador de esta locura del Ring y del teatro de Bayreuth, pero quien fue de incógnito al festival, se piensa que para no dejarse ver del Emperador), pero también célebres músicos y compositores de diferentes nacionalidades como Bruckner, Grieg, Liszt, Saint-Saëns y Tchaikovsky. Que perdone lo poco.

 

Volviendo a la famosa colección de 8 DVDs de Boulez/Chéreau, con esto logré entender varias de las características de estos montajes, y por supuesto afiancé mi comprensión sobre la enredada historia, y algo de su trasfondo político, social y económico. Aunque a mí me había parecido un montaje bastante tradicional, al parecer fue un escándalo en 1976 por tratarse de la primera vez que no se representaban los personajes con cascos alados, o cubiertos con pieles, sino más bien asomándose a algo más moderno, mostrando un poco la lucha de clases y la monetización de la sociedad. Claro, a muchos conservadores no les gustó ni poquito. Sin embargo, la última vez que se presentó esta puesta en escena en 1980 recibió más de 80 minutos de ovación por parte del público: ya era parte de la leyenda.

 

EL RING DE KARAJAN 

 

Pero sinceramente no conozco ninguna versión del Ring que supere la de Karajan dirigiendo la orquesta filarmónica de Berlín (DG, 1970). Una versión bien diferente de todas las demás por tratarse de estudio y porque Karajan, con toda la razón, aligeró el sonido de la orquesta para que las voces pudieran también hacer matices. 

En vez de un sonido difuso, el sonido de la orquesta es cristalino, a diferencia de las grabaciones en Bayreuth. Un golpe de genialidad similar pero apuntando a otra dirección se había logrado con la grabación EMI de Tristán e Isolde por Furtwängler que comenté en mi entrada de Furtwängler. Recuerdo cuando logré adquirir el Ring de Karajan en una versión de lujo, mi amigo Abel me decía “pero estás loco? Realmente necesitas eso, a ese precio?” La respuesta era obvia, pero nunca se la dije: “sí, es vital, sin esto para qué seguir, por esto es que la humanidad valió la pena”. En esa época hice una revisión para Amazon Francia, traducida más o menos así: 

 

Sobriedad. Esta es quizás la palabra clave que mejor define esta integral del Anillo. Respondiendo a su permanente preocupación por mantenerse de actualidad, Karajan nos ofrece esta tetralogía ciertamente sobria, pero entendida como elegante, equilibrada pero sobre todo evitando cualquier exceso inútil y, en consecuencia, cualquier cursilería. Si comparamos esta tetralogía con otras como la de Solti o la de Haitink, ésta no apunta a los efectos vocales ni a la potencia orquestal. Por el contrario, notamos en Karajan su idea de obra de arte total, en coherencia con las ideas del propio Wagner. Esto quizás explique por qué los críticos e incluso los oyentes en general llamaron a estas interpretaciones "un Wagner de cámara", una expresión que Karajan aparentemente odiaba. Pero más allá de estas consideraciones artísticas, estas grabaciones fueron gestionadas por el empresario Karajan. De hecho, cada parte del Anillo se grabó a finales del año inmediatamente anterior a su presentación en el Festival de Pascua de Salzburgo (finales de la década de 1960), justo a tiempo para prensar los vinilos y colocarlos en un hermoso embalaje para venderlos como primicia a la salida del teatro, justo después del espectáculo: así, el éxito comercial estaba asegurado. Cabría preguntarse por qué Mr. K. no grabó otras versiones más tarde como lo hizo para tantas otras obras, especialmente durante la era digital, a la que adhirió e incluso apoyó: ¿consideraba que estas grabaciones eran perfectas? ¿o ya se había logrado el objetivo comercial? En efecto, con Karajan siempre ha existido esa ambigüedad entre lo comercial y lo puramente artístico, pero lo cierto es que esta versión del Anillo ha revolucionado los conceptos preestablecidos sobre cómo interpretar Wagner, y es seguramente gracias a este avance que otras versiones han visto la luz del día, como la de Boulez. Recomiendo firmemente esta versión a los amantes del estilo Karajan y por supuesto a los coleccionistas: si busca otra versión de la tetralogía, esta es la que debe elegir, porque inevitablemente hará un buen contraste en su colección y le dará un punto de vista muy diferente.

 

ANTES Y DESPUÉS DE WAGNER 

 

Nuevamente en Lyon, tal vez en el 2007, tuve la oportunidad de ver Siegfried, la tercera ópera de la tetralogía del Ring. Recuerdo que fuimos con mi amigo nicaragüense Miguel Núñez. Como siempre, increíblemente interpretada por la orquesta de la Ópera de Lyon. La puesta en escena también fue de primera, muy coherente con el lugar, por lo depurada, sin alcanzar a ser minimalista. 

Pero definitivamente Das Rheingold (el Oro del Rhin), primera ópera de todo el ciclo, que por ser más corta que las otras tres funciona como un prólogo de toda la tetralogía, fue mi preferida de todo el ciclo del Ring durante muchos años. Tal vez porque muestra todo lo que proponía luego en el resto, pero de manera condensada. Tal vez también porque siempre me han gustado las génesis de las historias, y pues con esto uno entiende cuál es el embrollo con esto del anillo. Me encanta que desde esta parte se tiene una idea muy clara de la personalidad de cada personaje, lo cual se corrobora a medida que avanza todo el ciclo.

 

Para mí hay definitivamente un antes y un después de mi descubrimiento de Wagner. No solo por Wagner, sino que con este proceso me di cuenta que había ignorado todo un género, sin darme la oportunidad. Gracias a esto empecé a oír más música del siglo 20, amplié mis horizontes en cuanto a orquestas y directores y por supuesto empecé a considerar más óperas. En cuanto a las voces, algunas me siguen sonando cursis y anacrónicas: prefiero claramente las voces extremas como los bajos, las soprano y los contratenores. Aunque algunas mezzosopranos me enloquecen.

Gracias a este paso por Wagner me interesé también (poco a poco) por las óperas de Mozart, Haydn, Vivaldi y Händel, obras que hacen parte de mis tesoros musicales actuales. Confieso que hace poco comencé a apreciar el Rossini de Abbado y la London Symphony Orchestra. Ya veremos. 

Adicionalmente, empecé a oír Boulez como director y más adelante como compositor. Un genio. 

Igualmente, Barenboim empezó a contar más como director, ya que hasta ahí solo lo tenía en cuenta como pianista: efectivamente Barenboim adquirió una fama extraordinaria como director de Wagner, tal vez sea el director judío que más ha defendido e interpretado Wagner. En total, Barenboim dirigió en el festival de Bayreuth 161 representaciones entre 1981 y 1999. Grabó todas las óperas de madurez para Teldec y Warner, hay videos de algunas de ellas, incluido el Ring completo en Bayreuth, y sigue programando Wagner con frecuencia como director de la Ópera estatal de Berlín (Staatsoper Unter den Linden). Por ahí al alemán Christian Thielemann, hace no tanto, en pleno siglo 21, se le salió algo así como que un judío como Barenboim no podía interpretar bien las obras de Wagner. No comment.

 

Marek Janowski grabó para Pentatone las 10 óperas de madurez de Wagner en una increíble colección de SACDs, dirigiendo coro y orquesta sinfónica de la radio de Berlín (Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin). Varios de mis amigos (Andrés Contreras, Ximena Rodríguez, Silvia Restrepo) se unieron para regalarme esta increíble caja para mis 40 años. Excelente grabación, en la que no hubo escenografía, sino que las óperas fueron montadas en versión de concierto y grabadas de esa forma en la Berliner Philharmoniker. Recientemente creo que es lo mejor que se ha hecho. Y por supuesto lo de mejor sonido. Regalazo.

Y Furtwängler? Bueno, pues como lo comenté en una entrada anterior, Furtwängler fue un gran wagneriano, y por supuesto hoy cuenta dentro del bagaje que llevo de Wagner. Tal vez sea el heredero natural de toda esta tradición. Sin embargo, el hecho que no haya podido terminar su Ring de estudio, con un sonido decente, lo limita un poco.

Finalmente, creo que después de Wagner no ha habido un compositor tan importante, tan completo ni genial. Gustav Mahler es el que más se ha acercado, tal vez… pero en el presente o futuro no suena muy realista que un compositor le dedique casi 30 años a una sola obra, que escriba también los libretos, que se preocupe por la escenografía y la decoración, que se invente un nuevo estilo de ópera, que diseñe y logre la construcción de un teatro para poder interpretar su obra y que, aparte de ese monumento que es el Ring, todo lo otro sea absolutamente genial.

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