Kna o el amor a primera escucha

Es extraño que un intérprete se convierta en referencia con tan solo una grabación, sobre todo en música clásica. Normalmente acercarse a un intérprete no es tan fácil: el amor a primera vista, o a primera escucha más bien, es poco común. En mi caso, casi sistemáticamente he necesitado muchas grabaciones, muchas “pruebas”, y aún más escuchas para declarar a un intérprete como la referencia de algo, bien sea la referencia de un compositor, de un instrumento o de un periodo.



DELE CON SU BARENBOIM !


Pienso por ejemplo en Barenboim. Muchos dirán “dele con su Barenboim!”. Efectivamente se trata de mi referencia hoy en piano. Pero justamente no en cualquier piano. Es decir, en efecto es mi referencia absoluta en Beethoven y tal vez Mozart y los conciertos de Brahms, y tal vez Schubert también, pero un poco menos en Chopin y Schumann, aún menos en Bach, Mendelssohn o Scarlatti y mucho menos en Prokofiev o Shostakovitch, solo por dar unos ejemplos. La lista podría alargarse en cuanto a los compositores en los que es una referencia, pero sobre todo en cuanto a los que no es una referencia. 

Igualmente, Barenboim director de orquesta es una referencia indiscutible hoy para mí en Beethoven, Bruckner, Wagner, Brahms y tal vez Schumann, pero no lo es tanto en Mozart, Haydn, Mahler y Schubert, y aún menos en Bach, Vivaldi, Tchaikovsky, Prokofiev, Sibelius y Shostakovitch, y muchos más.

Entonces, esa es una de las tantas razones que un melómano tiene para saciar su apetito con grabaciones de diferentes intérpretes. Es que ningún intérprete tiene el mismo repertorio que otro, y casi ninguno tiene la misma afinidad que otro con diferentes obras dentro del repertorio. Entonces acumular grabaciones de un solo intérprete seguramente no será suficiente para acercarse al repertorio completo de un instrumento o de un compositor, por ejemplo.


REFERENCIAS


Por ejemplo en piano, si me preguntan quién es mi referencia para Bach, pienso inmediatamente en András Schiff, en Murray Perahia y en Glenn Gould. Pero si me preguntan por Schubert pienso en Barenboim, Schiff y Sokolov, pero no incluiría a Perahia y mucho menos a Gould. Si se trata de Chopin en general pienso en Rubinstein, Argerich, François y Goerner. Pero además específicamente para los preludios de Chopin pienso en Seong-Jin Cho, para los nocturnos en Barenboim, Rubinstein y Pires, para los conciertos nuevamente en Barenboim pero también en Zimerman y otra vez en Argerich y Seong-Jin Cho y para los estudios en Pollini, Ashkenazy y François. Y así para cada compositor y cada obra.



Sin embargo, como lo comento, volverse la referencia no es tan inmediato, toma tiempo. Tiempo de escucha de varias y diversas grabaciones. Justamente con Barenboim me tomó mucho tiempo, sobre todo Barenboim director de orquesta. Igual me pasó con Abbado, a quien no entendía muy bien, quien recuerdo que me parecía como light, como suave, sin carácter, pero hoy para mí es una referencia en Mahler, Bruckner y Tchaikovsky como mínimo.


CON UNA SOLA GRABACIÓN BASTA


El caso es que son pocos los que con una sola grabación se volvieron referencia. Está Samson François por sus conciertos de Chopin, está Hilary Hahn con su disco Schoenberg-Paganini. También recuerdo a Seong-Jin Cho con sus preludios de Chopin. Pero en definitiva el mayor impacto lo tuve con Hans Knappertsbusch y su Parsifal. Increíble. Lo raro es que en el caso de Kna no busqué otras grabaciones suyas durante años, durante al menos 17 años o algo por el estilo. Pero era mi referencia absoluta para Parsifal de Wagner y con eso me bastaba.


Nunca me había pasado eso. Siempre fui coleccionista. Para mí era muy raro no ir a explorar más grabaciones de un artista si una grabación me había impactado. Desde tiempos inmemorables he decidido explorar. A veces exitosamente y otras no tanto. Exitosamente fue mi exploración de Charly García a quien conocí con las grabaciones de Clics Modernos y Yendo de la Cama al Living en un disco recopilatorio que pretendía un gran golpe comercial llamado Superhéroe, y cuya carátula alimentaba la leyenda de genio underground que tenía Charly en Colombia. Empecé a explorar otras cosas como solista y en la medida de lo posible, en general con cassettes piratas, grabaciones con sus grupos anteriores como Serú Girán, Sui Generis o La Máquina de hacer Pájaros y Porsuigieco. Estoy hablando del siglo pasado, de la prehistoria del streaming, época en la que un cassette o un vinilo eran objetos culturales del más alto nivel, y cuya consecución representaba un verdadero reto en Colombia. Recuerdo que cada cosa que descubría era una revelación, otra cara de Charly. Con Pink Floyd igual me interesé desde el principio por descubrir Todo. 

https://www.discogs.com/release/2461267-Charly-Garcia-Superhéroe


DIVERSAS RESTRICCIONES 


En cambio con Kna no. En parte porque sabía que la mayoría había sido grabado en mono y durante años fui alérgico a ese sonido, como lo comento en mi entrada de Furtwängler. Pero una vez superada la alergia, recientemente empecé a considerar ampliar mi colección, porque definitivamente no había oído un mejor Parsifal en mi vida. Me encontraba buscando cosas de Kna cuando el año pasado salieron 5 cajas del sello Scribendum, que no se encuentran en las plataformas de streaming, pero que lastimosamente no envían a Colombia. Había por otra parte una colección de las grabaciones de las sinfonías de Bruckner para Decca que empezaba a considerar, cuando este año Decca sacó 2 cajas con todas las grabaciones para el sello y para Philips y Westminster, en su colección de grabaciones antiguas llamada Eloquence. En una recopilan todas sus grabaciones de orquesta en 18 CDs y en la otra todas sus grabaciones de ópera en 19 CDs. Después de grandes fluctuaciones de precio en Amazon y de cambios de opinión acerca de si las traían o no a Colombia, al fin me llegaron ambas cajas a mediados de abril de este año. No he sido muy ágil en mi escucha por las diversas restricciones de volumen y de repertorio que se impusieron en mi casa, además de las restricciones autoimpuestas porque no quiero oír a Kna mientras me lavo los dientes, por ejemplo.




UN OVNI LLAMADO HANS KNAPPERTSBUSCH 


Pero qué es lo que propone Kna que lo hace tan especial? En realidad es difícil de explicar. Están las sensaciones cuando lo oigo, y por otro lado están las explicaciones técnicas para lograrlo. Trataré de mencionar algo en ese orden. 


Cuando oigo a Kna siento algo por el lado espiritual. Siento una profundidad inhabitual. Mueve fibras especiales que no logra moverme ningún otro director, al menos no de esa forma, no esas fibras. Eso lo atribuía durante años a que solo conocía su interpretación de Parsifal para Philips en vivo en Bayreuth de 1962.

Y pues Parsifal es una ópera muy especial y distinta de Wagner, no como las otras de Wagner, y diferente de todas las óperas que uno puede oír en todo el repertorio operístico. Nuevamente lo digo: qué genio increíble e inigualable que fue ese Richard Wagner. Él mismo calificó su última obra Parsifal como un festival escénico sacro y no una ópera. La trama recoge en efecto creencias religiosas, puesto que se trata de asuntos que tienen que ver con el Santo Grial, pero logrando a la vez una mezcla con leyendas celtas (caballeros del Grial). Cuando Nietzsche recibió la partitura de Parsifal, le reprochó a Wagner haberse convertido al cristianismo, en una correspondencia que sería la última entre ambos. O sea rompieron relaciones, ya bien degradadas, pero esta vez de manera definitiva por culpa de Parsifal. La música, como toda la genial y única música de Wagner, soporta de manera increíble el carácter sacro-santo-celta del libreto proponiendo un verdadero viaje en el tiempo, en el espacio, pero también cultural, a mundos que resultan familiares pero en el fondo desconocidos, al menos desde Colombia. 

La enorme orquesta necesita el despliegue de más de 100 músicos destacándose una gran sección de cobres, más de 130 cantantes en el coro y 23 solistas! Recordemos además que fue la última obra de Wagner y que muchos piensan que fue su testamento operístico, su última palabra. El mismo Wagner prohibió su representación por fuera de Bayreuth con el único propósito de que no se convirtiera en una simple diversión, como cualquier ópera por ahí. Luego de la muerte de Wagner, su familia siguió con este propósito, pero poco a poco se fue relajando este embargo, inicialmente permitiendo versiones de concierto desde mediados de la década de 1880 y luego el Met de New York se rebeló con algunos montajes completos de la ópera en 1903 respaldados por una decisión judicial, luego de lo cual Cosima Wagner, la viuda de Richard e hija de Liszt, tomó represalias prohibiendo que los cantantes que habían participado en el Met se produjeran posteriormente en Bayreuth. No fue sino hasta el 1º de enero de 1914 que se levantó la prohibición de representar Parsifal por fuera de Bayreuth, y algunos teatros europeos decidieron empezar la función a la media noche del 31 de diciembre de 1913, o un poco antes aprovechando la diferencia horaria con Bayreuth. En París fueron más prudentes y la programaron para el 4 de enero de 1914. Todo eso porque Wagner no quería que su última obra se convirtiera en una simple diversión mundana, cómo será.

Entonces por supuesto era normal atribuir la sensación espiritual a la obra y no al intérprete. Sin embargo empecé a sospechar que Kna proponía algo inhabitual cuando pude comparar el Parsifal de Kna con el de otros grandísimos directores wagnerianos. Por supuesto ni el de Barenboim, ni el de Karajan, ni el de Thielemann ni mucho menos el de Solti eran malos, no, sino que no me movían esas fibras que comento. Hay que decir además que Kna estudió filosofía en la universidad de Bonn obligado por su familia, escribiendo una tesis que nunca defendió sobre Kundry, uno de los personajes de Parsifal, caracterizado por una ambigüedad psicológica inédita en toda la obra de Wagner. Es decir, la relación entre Kna y Wagner, y en especial Parsifal, fue lejos de ser efímera o superficial.



Ahora la parte técnica. Hans Knappertsbusch era un director inhabitualmente subjetivo, sin escrúpulos a la hora de pasar de un pianissimo a un fortissimo si en ese momento se requería, según su estado de ánimo, o más bien el devenir de la música en ese momento, independientemente de si el compositor lo indicaba o no en la partitura. Adicionalmente los tempi eran extremadamente lentos, aunque extrañamente fueron acelerándose con la edad en los últimos años (extrañamente, porque casi siempre sucede lo contrario para otros directores, los tempi son cada vez más lentos como pasó con Bernstein y muchos más) y solía realzar las voces medias, representadas por los cobres, aplacando muchas veces las cuerdas. Se sabe que detestaba los ensayos, y por supuesto el carácter prefabricado de las grabaciones de estudio. Muchos lo calificaron de chambón y perezoso por eso. Otros le reprochaban que mantuviera las partituras en el atril, no como su oponente estético, el wunderkind, el refinadísimo, y además miembro del partido nazi, Heribert Von Karajan, ante lo cual Kna respondía con un burlón “es que yo sí que sé leer bien las partituras”. Enviaba a un asistente a preparar su orquesta mediante ensayos, a hacer el trabajo sucio, para él terminar de moldear la obra y la orquesta en plena representación, tomando grandes riesgos, a veces con resultados musicales milagrosos pero otras veces llegando a desastres durante los conciertos. No es extraño que su profesor de música en Colonia, Steinbach, con quien estudió las sinfonías de Brahms a comienzos del siglo 20 lo terminara expulsando  argumentando que era el alumno menos talentoso que había tenido. En efecto, Kna estaba predestinado a continuar con la actividad industrial de su papá, quien por esta razón se oponía a que se dedicara a la música. Hacia 1905, luego de sus estudios de filosofía, obligado, Kna se liberó de esta restricción tras la muerte de su padre, empezando una carrera musical en la que tuvo mucha suerte. En una ocasión, siendo asistente de dirección se le dio la oportunidad de reemplazar al director titular porque este último se encontraba enfermo. Lo reemplazó nada menos que para una representación de… Parsifal. Tuvo tanto éxito que días después programaron una representación con Kna dirigiendo como titular, ahí empezó su ascenso, que culminó en Munich, siendo el músico más joven de Alemania en conseguir un puesto como director general de música a los 32 años. Pero Steinbach no fue el único que expulsó a Kna: se dice que al final de una representación Hitler ordenó que removieran de su puesto en Munich a “ese musicucho de bandas militares” refiriéndose a sus inicios como director. Podría apostar que fue durante una representación de Los Maestros Cantores de Nuremberg, la ópera preferida de Hitler, al encontrar tempi extremadamente lentos y un sonido rugoso, poco pulido, saturado con cobres para lo que se acostumbraba en esa obra. 


Toda la vida pensé que Hans Knappertsbusch era un nazi confirmado, pero en realidad nunca fue miembro del partido y se destacó justamente por su antinazismo, negándose por ejemplo a tocar antes de cada concierto el himno nazi Horst-Wessel-Lied como era debido. Incluso esta puede ser otra explicación para su remoción de su puesto en Munich. La otra explicación es que en una ocasión desató la ira de Goebbels al preguntarle a un diplomático en Holanda si era miembro del partido solo para ascender profesionalmente. Ese Kna. Lo que pasa es que, como su contemporáneo Wilhelm Furtwängler, decidió quedarse en la Alemania nazi, reivindicando además sin pudor su nacionalismo exacerbado y afirmando que prefería trabajar en una mina antes que abandonar su país.

Estas dos cajas de Decca Eloquence reflejan tanto su legado como su sonido característico y su posición frente al repertorio, conservadora por un lado, pero desafiante por otro, muy teutona en mi opinión, en una pulidísima remasterización. Valen la pena ambas cajas sin duda. Se comprueba el gran beethoveniano que fue Kna, el interesante pero poco convencional bruckneriano y por encima de todo el increíble wagneriano, en el que aparte de los dos míticos Parsifales incluídos (uno en mono y otro en stereo), sus Maestros Cantores de Nuremberg revelan su lado noble abandonando por momentos el carácter cómico que ciertamente rodea la obra en el resto de grabaciones.










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