Szymanowski por Zimerman y Batiashvili

En entradas anteriores (ir al final de esta) ya me he referido a Krystian Zimerman, gran pianista polaco, ganador del concurso Chopin de 1975. Además ganador de todos los premios especiales en ese concurso. Hoy toda una leyenda viva.


ZIMERMAN EL PERFECCIONISTA

Zimerman no ha publicado tantos discos, considerando su vigencia y longevidad como pianista. Incluso es todo un acontecimiento cuando Zimerman publica un disco, tanto por la poca frecuencia como por la certera calidad con que lo hace. Mi colección en CD y video contiene casi todo lo que ha grabado, con discos como los conciertos para piano de Beethoven con Bernstein y posteriormente Rattle. Ambos ciclos son excelentes pero el reciente con Rattle, además también disponible en video, me parece que pasará a la historia, por la época pandémica en que fue grabado, lo que representó en ese momento y la madurez artística de Zimerman junto a un Rattle inspirado. El de Bernstein es también excelente, pero recordemos que Bernstein murió antes de concluir el proyecto, y le tocó a Zimerman terminarlo dirigiendo desde el piano los primeros dos conciertos. Adicionalmente, de verdad no se entiende cómo lograron entenderse Zimerman el perfeccionista y Bernstein el emocional.

Su ciclo Liszt también es increíble, tanto sus grabaciones en solitario como los conciertos con Ozawa dirigiendo. Esta fue una de las grabaciones que me convenció del valor artístico de Zimerman. Además de ese sonido brillante que soporta ese virtuosismo. En el librito de este CD doble leí que en 1990, en la sala Tivoli de Copenague, varios técnicos habían abandonado la sesión de grabación y el ingeniero de sonido casi colapsa porque Zimerman repitió 74 veces el comienzo de la sonata en si menor y repitió 6 veces la sonata completa (o sea más de 3 horas en tiempo neto, sin contar pausas ni los 74 comienzos) antes de quedar satisfecho. Sí, Zimerman es un perfeccionista, tanto que retiró del mercado grabaciones de Brahms que varios opinan que tienen grandísimas virtudes, pero que para él no alcanzan los estándares esperados. No he podido oír estas grabaciones, ni siquiera las he encontrado en plataformas streaming.


DE CHOPIN A UN DESCONCERTANTE SCHUBERT 

También están los conciertos para piano de Chopin, esos dirigidos por él mismo y aquellos dirigidos por Giulini. Creo que prefiero los que él mismo dirigió desde el piano. Y en esa misma corriente también están los conciertos de Schumann y Grieg dirigidos por Karajan. Un discazo también.

Los conciertos de Rachmaninov con Rattle y los de Brahms con Bernstein y Rattle también valen la pena. Sin embargo puedo vivir sin esas grabaciones.

Y pues con su desconcertante Schubert reconozco una técnica y un rigor increíbles. También un gran gusto, elegancia y altura artística. Ya había grabado las últimas dos sonatas de Schubert pero nunca las publicó por lo mismo: no cumplían con sus expectativas. Recientemente publicó una nueva grabación de esas sonatas. Un discazo. Digo desconcertante porque en el disco de los impromptus se sale del molde, sobre todo en el primero, con un tempo demasiado rápido para mi gusto, totalmente opuesto a Sokolov, mi referencia. También lo digo porque su reciente disco con las últimas sonatas tiene tanto un tempo demasiado rápido en la sonata 20 (la d959, mi preferida de Schubert) como un sonido difícil para mí, creo que debido al cambio que él mismo propone en el mecanismo del teclado, que de hecho nunca entendí de qué se trata exactamente a nivel técnico, pero sí se oye. Aunque le reconozco varios aciertos, pasajes increíbles, definitivamente para Schubert prefiero tempos más lentos que los que propone Zimerman, con los que se logre un carácter más desesperado, que para mí es una de las gracias de Schubert en lo último que hizo, y es algo que en general no encuentro en el enfoque de Zimerman, muy saltón y de afán para mí, como por salir del paso.

TRAGOS FUERTES Y PEQUEÑAS DOSIS 

En todo caso, Zimerman no graba tanto. No tanto como otros pianistas de su importancia. Creo que esto contribuye a su estatus de leyenda. Algo así como Carlos Kleiber de quien Karajan decía que era buen director pero que aceptaba dirigir un concierto solo cuando se daba cuenta que su nevera estaba vacía. 

Aunque la mayoría de las grabaciones de Zimerman son de altísima calidad, la verdad siempre me quedó faltando algo, un valor agregado, un carácter más original o nacionalista. No me convencía tanto ese repertorio tan convencional. Aunque ha grabado algunos pocos discos de compositores no tan visitados, este año me dio la respuesta esperada grabando la música de un compositor polaco, un tal Szymanowski.

Antes de continuar con el relato, debo decir que hace rato acepté que mi nivel musical no es aún como para oír música muy moderna. Hubo una época en la que incursioné bastante en la música del siglo 20, inicialmente con los más convencionales hoy en día como Bartok y Stravinsky, pero posteriormente me alcancé a asomar a Webern, Berg, Schoenberg (the top of the pops, como les decía Stefan Winkler, un colega austriaco, tan austriaco que almorzaba con tortas dulces acompañadas de café vienés), también a Messiaen, Honneger, Kodaly, Penderecki, Gubaidulina, Dutilleux, Bernstein, Boulez, Klemperer, Furtwängler, Ligetti, Rautavaara y … terminé agotado. No es que no me gusten sino que se trata de dosificación: a tragos fuertes, pequeños sorbos, y a bebidas sofisticadas, poca frecuencia. Igual es con la música sofisticada: la disfruto en pequeñas dosis, y solo unas cuantas veces al año. Entonces pues no es la música de todos los días. O como decía Boulez, esto que siempre me dio risa: no es una música como para cepillarse los dientes.


OTRO POLACO AL PIANO

Entonces cuando vi aquello de Szymanowski, pensaba que se trataría de algo complicado, intelectual y …agotador. Estaba un poco perdido porque no tenía presente que Szymanowski murió en 1937, mucho antes que otros compositores como Prokofiev (1954) o Shostakovitch (1975) que hoy considero verdaderos clásicos, aunque a veces también evito en función de mi estado. Pero no dudé en oír aquella nueva producción de Zimerman, pues porque se trataba de Zimerman, pero francamente pensaba que me iba a costar muchas neuronas entender esa grabación.

Como con muchos de mis CDs nuevos, planeé oírlo cuando me encontrara solo y pudiera subir bastante el volumen. Mi sorpresa fue grandísima cuando por fin me decidí a darle play al reproductor de CDs. Los preludios incluidos en esa grabación son absolutamente increíbles, el único reproche es que no los grabó todos, sino únicamente una selección de 4 de los 9 preludios del opus 1. Acá la referencia de Szymanowski a su compatriota Chopin me parece sutil y elegante. Algunas de las piezas de Masques presentadas también me gustaron, aunque me parece muy evidente la referencia a Debussy. No sé cómo puedan llamarse así las Mazurkas, no me parece que tengan que ver mucho con las únicas otras Mazurkas que conozco, las de Chopin, y estas de Szymanowski tampoco me parecen piezas que evoquen un baile o algo por el estilo. Pero lo importante es que varias de las Mazurkas presentadas en este disco son exquisitas. Finalmente, las variaciones sobre un tema polaco son tan encantadoras como los preludios. Como volver a casa, pero sin tener la sensación de volver a la clara referencia a Chopin, sino tal vez a algo más Lisztiano. Definitivamente un discazo el que acaba publicar Zimerman.


CONCIERTOS PARA VIOLIN

Lisa Batiashvili publicó también hace poco un disco que contiene el concierto para violín de Szymanowski y otras cosas de diferentes compositores. Un disco cuya portada y título me parecen cursis y sin gracia, pero que volteé a mirar porque se trata de Lisa Batiashvili y participa Yannick Nezet-Seguin al piano y como director, dos de mis músicos actuales preferidos.

A Lisa Batiashvili la conocí como intérprete a través de Barenboim, cuando publicaron juntos los conciertos para violín de Tchaikovsky y Sibelius. Ahí me di cuenta de la gran violinista que es Batiashvili, que si bien no sobrepasaba sí se acercaba a mis referencias en ese repertorio: Oistrach para Tchaikovsky y Mutter para Sibelius. 

Luego conocí su disco Prokofiev junto con otro de los directores de orquesta que sigo asiduamente desde hace años, el canadiense Yannick Nezet-Seguin, a quien tuve la fortuna de ver en un concierto en la Philharmonie de Paris junto con mi amigo nicaragüense Miguel. Este disco Prokofiev de Batiashvili también es espectacular. 

Tenía pocas referencias de las obras para violín de Prokofiev. Conocí estos conciertos con el disco de Gil Shaham y en ese momento me gustó y me desconcertó al mismo tiempo, claro, aún no tenía el nivel para apreciar algo así. De hecho, con ese disco Prokofiev conocí a Gil Shaham, hoy uno de mis violinistas preferidos. Esta interpretación de Batiashvili le compite seriamente a mis referencias: Gil Shaham y Joshua Bell. 


DIFÍCIL DESPEGUE

Sin embargo, volviendo al último disco que grabó Batiashvili, sobre el concierto para violín de Szymanowski, confieso que aún no entiendo este tipo de música. A qué me refiero con esto? Me refiero a que mi percepción para el concierto no.1 para violín de Szymanowski, como muchos otros del siglo 20, es que nunca despega, se queda en un limbo armónico y melódico sin resolver, con melodías del violín poco definidas y monótonas, y con una estética bien alejada. La parte orquestal no ayuda: contiene solo ambientes y texturas, es decir no es el típico concierto del instrumento solista acompañado por una orquesta, que acompaña, responde y soporta, no. Con este tipo de piezas siento una monotonía armónica también, como si nunca se saliera de uno o máximo dos acordes. Sé que no es así, pero esa es mi sensación. Entonces, acá se confirma aquello de que mi nivel musical no me da para apreciar este tipo de propuestas.

Aclaro que Lisa Batiashvili es una gran violinista, lo que comento se refiere más a la obra que a la interpretación. Si bien el Szymanowski de este nuevo disco de Lisa Batiashvili me deja indiferente, la sonata para violín y piano de Franck es una joya, y la encuentro muy bien ejecutada en esta grabación, aunque me gusta mucho más el arreglo para flauta, uno de los caballitos de batalla de cualquier flautista. Adicionalmente encuentro el piano de Gigashvili algo duro en algunos pasajes, y en otros me parece cristalino y de una gran belleza, pero en todo caso prefiero claramente las grabaciones de Argerich acompañando desde el piano para esta obra.


CONCLUSIÓN 

Para concluir, este disco de Zimerman tocando Szymanowski me da la esperanza que se publique un próximo disco en el que se complete la obra para piano del compositor polaco. Y en cuanto a Batiashvili, espero nuevas producciones, por ejemplo me encantaría conocer su visión del concierto de Khachaturian, que de hecho hace rato no es grabado por alguno de los grandes violinistas actuales. Tal vez el más reciente es el de James Ehnes quien lo grabó en 2014, luego de Julia Fischer y Arabella Steinbacher ambas en 2004. Si es cada 10 años, falta entonces menos de 2 para que alguno de los grandes violinistas actuales lo grabe, como por ejemplo Lisa.




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