[parte 2/2] Primavera, comunión, euforia y paradoja : 4 sinfonías de Schumann para celebrar

LA EUFORIA - TERCERA SINFONÍA

La tercera sinfonía siempre me ha parecido bastante triunfal en general y en especial en su 1er movimiento. Esta sinfonía, titulada la Renana, lo cual resume al extremo el título originalmente previsto por Schumann « episodio de una vida al borde del Rhin » del que luego se arrepintió al no querer dar ninguna referencia extramusical, se estrenó exitosamente en Dusseldorf en febrero de 1851 luego de haber sido nombrado Generalmusikdirektor de esta ciudad, en donde además les pareció buena idea contar con dos músicos (Robert y su esposa Clara, célebre pianista en la época) por el precio de uno. 

En esta interpretación de Barenboim me sigue pareciendo una obra triunfal, pero no como el festejo después de la guerra, sino más bien se refiere a esa euforia trascendente aún en el campo de batalla. Es de hecho un poco las dos cosas, o más bien muchas cosas al mismo tiempo, incluyendo homenajes a los caídos y otras cosas que no son puro festejo como lo veía antes. Aclaro que esta es una visión extremadamente personal mía

Pero nuevamente sobresalen esos elementos comunes para todas las sinfonías del ciclo, como esos ralentandos junto a decrescendos y esos accelerandos para acompañar los crescendos. Creo que esos elementos le dan naturalidad al primer movimiento. Barenboim aprovecha además al máximo el altísimo nivel de los cobres de la Staatskapelle, al exigir dinámicas tan extremas. Otro elemento que se pone en evidencia acá es la precisión del timbal. 

En el 2o movimiento me encanta nuevamente ese increíble balance cuerdas/cobres tan bien logrado por Barenboim y sus músicos, con lo cual obtiene esa voz mezclada tan característica de Schumann, como una especie de canto sectario. Para mí este movimiento tiene algo de Mendelssohn, ese misticismo llevado a algo más tribal y menos espiritual por Schumann. Pero también me parece que anticipa a Dvorak y su novena, tal vez por esa evocación a lo primitivo. Me encanta ese pasaje al finalizar el primer tercio del movimiento en que las cuerdas acompañan y los vientos (cobres y maderas) hacen la melodía. Casi que uno se olvida de las cuerdas, pero me encantan esos motivos repetidos que sirven de decoración. 

En esta interpretación, el 2o movimiento tiene un tempo muy retenido para ser un scherzo, lo cual le va muy bien. Y el 3er movimiento es tal vez el menos brillante y original de todos, pero sirve de transición y de centro de gravedad para los otros movimientos. 

El 4o movimiento es de mis preferidos de toda la literatura sinfónica. Me parece simplemente una genialidad (otra más) de Schumann: un movimiento extremadamente moderno, incluso un poco minimalista en algunos compases, cuya crudeza resalta aún más en esta versión de Barenboim. Es puro aire para mí, y lo encuentro aún más evidente en esta versión de Barenboim. La verdad quisiera que durara mucho más que esos escasos 6 minutos que dura. 

El despreocupado 5o movimiento con que cierra la sinfonía no me parece en esta versión de Barenboim ni tan superficial ni tan frívolo como en otras versiones. La verdad es que luego del 4o movimiento nunca me ha gustado seguir con este 5o. Pero creo que Barenboim le da sus letras de nobleza. Encuentro ciertas similaridades con Wagner acá, en especial en el manejo de los cobres. Recordemos de paso lo excelente Wagneriano que es Barenboim.

LA PARADOJA - CUARTA SINFONÍA

El comienzo de la cuarta sinfonía me parece similar al 4o movimiento de la tercera sinfonía, en cuanto al carácter. Es una delicia porque como siempre me queda faltando más desarrollo en ese movimiento de la 3a sinfonía, acá realmente Schumann me da gusto, y sigue con un desarrollo interesantísimo en el resto del movimiento.

Esta es una de las mejores sinfonías de todos los tiempos. Se estrenó en Dusseldorf en el festival Renano de mayo de 1853, cuando ya Schumann era muy criticado por los músicos de la orquesta en cuanto al estilo de dirección y la poca autoridad que mostraba en los ensayos. Adicionalmente no se sentía bien, y tenía episodios de tinnitus que no lo dejaban dirigir, y por lo tanto fue reemplazado en varios conciertos tanto por su predecesor como por su asistente, aunque sí logró dirigir exitosamente su cuarta sinfonía. Menos de un año después se estaba botando al Rhin en un lluvioso día de febrero luego de haber atravesado Dusseldorf en pantuflas. Lo llevarían a un asilo en Endenich donde acabarían sus días luego de un poco más de 2 años, el 29 de julio de 1856. 

Adoro este 1er movimiento de esta cuarta sinfonía. Esta versión está cargada de contrastes y paradojas, por ejemplo es a la vez la más ligera que conozco y la más pesada. Como en todo el ciclo, esto tiene que ver tanto con el tempo y los cambios dinámicos (es a la vez la versión más lenta y más rápida que conozco) como con la dosificación, con los contrastes, con las matices. Creo que es la versión más compleja que conozco. No es tan cómoda como otras versiones, en el sentido que exige una gran concentración por parte del oyente. Me parece una visión muy personal, muy bien defendida y completamente convincente. 

El 2o movimiento me parece de una gran belleza y funciona como transición para el 3o, el cual es una verdadera joya. Acá la particularidad de esta versión es la mezcla entre el legato y el staccato, aparte de algunos de los elementos característicos de todo el ciclo. En realidad este movimiento es tan exquisito que no conozco ninguna versión que no me guste, de los mejores scherzos que conozco en toda la literatura musical. 

Finalmente el último movimiento es increíble. En esta versión me parece menos danzante que en la mayoría que conozco. Claro, los cambios de tempo no dejan capitalizar ese carácter tan marcado por los contrabajos que aprecio en otras versiones y que siempre me han parecido un poco jazzy. Me sorprenden también algunos tempos muy rápidos de esta versión. Los últimos segundos son una demostración magistral en cuanto al manejo de los tempos. Belleza.

SÍNTESIS Y CRÍTICA

Como síntesis, y a manera de explicación de algunos comentarios negativos, creo que, como con su relativo reciente ciclo de Brahms, Barenboim se sale del molde en este ciclo, reta la tradición y al oyente, pero sinceramente creo que lo que lo hace verdaderamente grande como director y músico es que en todas sus apuestas, en todas las decisiones, no hay nada artificial, ni extramusical, ni superficial. Es una visión muy personal pero de una honestidad increíble.

Lo otro que creo, y que está relacionado con lo anterior, es que está poco interesado en gustar. Por ejemplo, no pude decir tan rápido que era la versión que más me gustaba. Pero sí pude decir sin dudarlo que es la versión más exigente que conozco. Exige concentración, que lo estemos siguiendo sin parpadear, exige respeto a la música y al compositor. Anticipo que es de esas grabaciones complejas que no pondré todos los días, pero que guardaré como un tesoro esperando el momento ideal para saborearlo. En varias de las críticas de una gran cantidad de discos hay un reproche recurrente, y es cuando el crítico dice de un disco que seguramente no lo repetirá muchas veces. Creo que esto no puede ser un reproche; de hecho con varias grabaciones incluso de otros géneros me pasa que considero la grabación tan sagrada que prefiero encontrarme en condiciones para disfrutarlo. De hecho, a diferencia de muchos críticos, para mí el hecho de no ponerlo día y noche en muchos casos es sinónimo de excelencia, y no lo contrario. Intuyo que esta será la situación con esta grabación.

Como ya mencioné en mi entrada de Brahms, creo que Daniel Barenboim ya está por encima del bien y del mal, y se da ciertos lujos que difícilmente puede darse cualquier otro músico hoy. En resumen, y para decirlo más directamente, hace lo que se le da la gana. Lo que sí deberíamos apreciar es justamente que tengamos la inmensa fortuna de poder disfrutar de esta etapa de Barenboim, para mí sin duda la mejor de toda su carrera.

He leído una gran variedad de críticas. Hay toda la gama posible entre las que la califican muy mal y las que la califican como sublime. Algunas ponen esta grabación en un pedestal, con lo que por supuesto estoy de acuerdo, diciendo incluso que podría ser la versión ideal y la más perfecta del ciclo de sinfonías de Schumann y que Barenboim da una verdadera lección de dirección con esta grabación. En otras, lo ponen por el piso, le dan pésimas notas y hacen comentarios extremadamente negativos. Ahora, luego de oír y repetir el ciclo varias veces, porque casi no puedo pasar a otra cosa durante varios días, puedo decir que es el mejor ciclo de las sinfonías de Schumann que conozco.

Una de las peores críticas apareció a finales del año pasado en la revista Diapason. El crítico Hugues Mousseau le pone 2 sobre 6. Encuentro extraño que no argumenta mucho: dice que ni innova ni aligera (no sé porqué esto es reprochable); dice que este último ciclo es casi una copia del según él decepcionante último ciclo Brahms de 2017: las mismas imprecisiones, la misma pesadez en la primera sinfonía. Habla de una dirección difusa que pone en dificultad a los cornos en la segunda. Que a la tercera le falta esbeltez, que tiene problemas de balance, que tiene imprecisiones. Y dice que la cuarta recuerda al peor Knappertsbusch por su dejadez.

Obviamente no estoy para nada de acuerdo con estas apreciaciones. Incluso me pregunto si de verdad Mousseau oyó la grabación o si ya tenía un juicio antes de oírla. Es que lo de la no innovación y lo de los problemas de balance parecen un chiste, y pues es una revista seria.

Otra crítrica al parecer negativa, pero que incluso me pareció bastante cómica por lo disparatada e incoherente, apareció en el número de febrero de este año de la revista Classica. También con un 2 sobre 6, el crítico Yannick Millon tampoco argumenta como uno se esperaría considerando la calidad de esta revista, sino que empieza con la cuarta sinfonía diciendo que las frases se desarrollan con belleza cuando el material sonoro se desliza sobre nosotros como el agua sobre las plumas de un pato (¿?…parece que eso es negativo). Lo que más me divierte es que reconoce que se trata de una muy buena orquesta berlinesa, pero que Barenboim deja tocar sin intervenir mucho, excepto para equivocarse en el fraseo. Entonces, por un lado, no le da ningún crédito en la calidad de la orquesta al que la dirigió durante tres décadas, y por otro lado me parece bien difícil saber cuándo interviene el director y cuándo no, solo con el audio, puesto que esta colección no contiene video. Y lo típico: las supuestas virtudes son de la orquesta y no del director, y los supuestos errores sí son culpa de Barenboim. Habla de una masa sonora blanda en la tercera sinfonía, una segunda sin pasión y desabrida y una primera sin brillo. Finalmente dice que el Blu-Ray audio solo sirve para inflar el precio de compra, pero reconoce una toma de sonido notable.

Increíble. Es que ni en lo del blu-ray audio estoy de acuerdo.

Yo creo que esta divergencia de opiniones se debe nuevamente a la tradición interpretativa, y por lo tanto salirse tanto del molde no es bien recibido en muchos casos. Creo que la mayoría estamos condicionados por lo que ya oímos y recordamos, asumimos un cierto estilo como verdadero y en muchos casos no estamos dispuestos a abrirnos a cosas diferentes, y sobre todo tan al margen de las modas.

Ciclo impresionante, una verdadera joya, una lección de la música de Schumann. Grabación retadora, exigente, disruptiva. Estoy convencido que esta pasará a la historia, que será una referencia durante muchos años. Gracias por tanto Maestro, y procuraré seguir escuchando.



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