Maurizio Pollini (1942-2024)

Uno de mis primeros CDs con conciertos para piano fue el CD doble con los conciertos para piano de Brahms interpretados por Maurizio Pollini bajo la dirección de Claudio Abbado y Karl Böhm. Recuerdo que los nombres de intérpretes y directores aún no me eran familiares en absoluto. Adquirí ese álbum en la búsqueda de conciertos para piano, una vez había conocido los de Beethoven por Daniel Barenboim bajo la dirección de Otto Klemperer, y con la referencia del concierto para violín de Brahms, tocado por David Oistrach, el cual me había capturado por completo. Pensaba, y aún lo pienso, que la forma más fácil de entrar en la música clásica es a través de los conciertos y en ese momento me interesaba por los conciertos para piano.


UNA INTRODUCCIÓN A BRAHMS


Con ese CD de la Deutsche Grammophon, sello para el cual Pollini grababa bajo contrato de exclusividad desde 1971, conocí los conciertos para piano de Brahms, esenciales en el repertorio. Sobre todo el concierto número 1 fue una verdadera revelación para mí, no podía creer que se hubiera hecho algo así. Además el álbum incluye la obertura trágica de Brahms, con lo cual empecé a conocer algo sinfónico del compositor alemán, quien luego se convirtió en uno de mis compositores preferidos. Fue una especie de introducción a Pollini, pero sobre todo a Brahms. A partir de ahí empecé una gran colección del compositor alemán. Varios años después Pollini volvió a grabar esos conciertos con la Staatskapelle de Dresden bajo la dirección de Christian Thielemann.

Durante muchos años las grabaciones iniciales de los conciertos para piano de Brahms con Böhm y Abbado fueron mis referencias absolutas para ambos conciertos, hasta que Barenboim los grabó con la Staatskapelle Berlin bajo la dirección de Dudamel: esa es hoy mi referencia. 



POLLINI Y BEETHOVEN 


Pero ese CD doble de Pollini tocando los conciertos para piano de Brahms sigue siendo uno de mis discos favoritos en mi colección. Muy poco tiempo después, hacia 2005, conocí un video doble de Pollini interpretando Beethoven, Mozart y Brahms. Me impresionaron mucho sus trinos perfectos, con una técnica que nunca había visto antes. También su concentración al piano, una cierta mística y un gesto de dolor que nunca dejó al tocar. Su virtuosismo era más que evidente en esos videos.

Varios años después, me interesé por las sonatas para piano de Beethoven. Me enteré que Pollini las había estado grabando durante muchos años y por fin hacia 2015 se publicaba el ciclo completo. Había sido muy criticado por el tiempo que se tomó para completar el ciclo y porque lo inició con las últimas sonatas y terminó con las primeras, creo que eso se nota en las grabaciones: sus primeras sonatas siempre me capturaron mucho más, creo que había cierta madurez que tal vez le faltaba a las últimas; esto lo compensó más adelante con las grabaciones de los últimos años; estoy seguro que estaba consciente de eso. Recuerdo devorarme ese ciclo de 8 CDs y oírlo repetidas veces fascinado por el enfoque de Pollini, no podía dejar de oír el primer CD una vez terminaba el último. Recientemente descubrí sus variaciones Diabelli de Beethoven, las cuales me parecen exquisitas, sin competirles realmente a las de Barenboim de 2021.

Un tiempo después, hacia 2016, e influenciado por esa colección de las sonatas de piano de Beethoven por Pollini, empecé una gran colección de las grabaciones del milanés, inicialmente con los conciertos para piano de Beethoven, espectaculares, y posteriormente con colecciones recopilatorias publicadas por la Deutsche Grammophon interpretando la música para piano de varios compositores. 



CONCURSO CHOPIN


Con esas colecciones conocí su Schumann, su Schubert y por supuesto su Chopin. Increíbles grabaciones que aún después de tantos años no me canso de disfrutar. Para esos tres compositores, creo que Pollini es de los pianistas más virtuosos y brillantes, con tal vez Brendel compitiéndole en Schubert, Kempff en Schumann y Ashkenazy en Chopin. 

En ese momento ya estaba enterado que Maurizio Pollini había ganado el concurso Chopin en 1960 y que a partir de ese momento se había convertido en una especie de leyenda por varias razones. 

La primera razón era que Pollini era el primer italiano en haber ganado el concurso. De hecho hoy, luego de 94 años que se viene realizando el concurso cada 5 años, es el único pianista italiano en haber obtenido el primer puesto. 


La segunda razón era que Arthur Rubinstein, quien era el presidente honorario del jurado, declaró a los otros miembros del jurado que aquel joven tocaba mejor que cualquiera de ellos. Por supuesto esa declaración, dada por tremendo pianista que era Rubinstein, dice bastante sobre la calidad pianística de Pollini, con escasos 18 años. Rubinstein le mostró a Pollini en pleno concurso Chopin cómo lograr una sonoridad más redonda y evitar el cansancio, utilizando el peso del cuerpo y no la fuerza del brazo. Tal vez esto contó en la sonoridad redonda y brillante que siempre se le reconoció a Pollini, y el comienzo de una amistad. Pollini y Rubinstein mantuvieron esa amistad toda la vida, Pollini nunca dejó de visitarlo cada vez que iba a París. 


La tercera razón fue que Pollini, tras ganar el concurso Chopin, anuló la gira que estaba prevista en Estados Unidos, no se lanzó a una carrera frenética como suele suceder, sino que se tomó su tiempo porque no se sentía preparado para iniciar una real carrera como solista y pensaba que aún tenía muchas cosas que aprender no sólo en música, no sólo en piano, sino también en cultura en general. Además no quería que lo encasillaran como especialista exclusivamente de Chopin, y empezó a estudiar compositores germánicos. Creo que esa es una inmensa lección de humildad del pianista milanés. Creo también que se salió del molde con ese gesto y que podría ser un ejemplo para los pianistas jóvenes hoy, en especial aquellos que ganan concursos o reconocimientos. 


LA IZQUIERDA ITALIANA


Era difícil no enterarse rápidamente de las ideas políticas de Pollini, de izquierda y europeista, que compartía junto con Luigi Nono y con otro de mis ídolos musicales Claudio Abbado, y que tomaba muy en serio. Se acercó al partido comunista italiano por estar en contra del fascismo que acechaba en los años 60s y 70s pero también porque dicho partido se desmarcó claramente del comunismo ruso y no siguió ciegamente una ideología ya construida, sino que se trataba de una izquierda con ideas propias. 

Abbado y Pollini estuvieron unidos musicalmente al menos 50 años. Pollini admiraba en Abbado su continua e incansable búsqueda de profundidad y belleza en las obras musicales, en particular al final de la vida del director también milanés. 

Volviendo a las ideas de izquierda, recuerdo una biografía de Martha Argerich en la cual en algunas páginas hablaban sobre lo que cobraba la argentina por recital en una época y los agentes de ella que le recordaban que debía actualizar sus tarifas porque “si no, iba a terminar cobrando tan poco como Maurizio Pollini”. Mientras que lo de Martha era por olvido, dejadez o desprendimiento, lo de Maurizio era por convicción. Con eso me llamó la atención la clase de persona que era Pollini, quien pensaba que la música debía llegarle a todos los estratos de la sociedad, y no sólo la música sino la cultura en general, y por lo tanto se inventó junto con Abbado una serie de conciertos en la Scala para una gran franja de la población, que incluía estudiantes, trabajadores, obreros, etc. 


CIMIENTOS


En algún momento salió una grabación que me sorprendió muchísimo, que también devoré y que estuve repitiendo y repitiendo sin parar y sin cansancio, aún hoy no la he terminado de oír. Se trata del primer libro del clave bien temperado de Bach. 

Para mí era muy exótico una grabación de Pollini tocando Bach, pero con esta grabación definitivamente Pollini terminó de entrar al panteón de los pianistas. También estaba enterado en ese momento de las críticas que recibió Pollini como muy frío y poco emocional, lo cual nunca entendí. Luego de ganar el concurso Chopin, Pollini fue estudiante de Arturo Benedetti Michalengeli, a quien también admiro, pero estoy convencido que Pollini logró mucho más que Benedetti Michelangeli. En algún momento Pollini estuvo visitando a Vladimir Horowitz pero en una entrevista acepta que realmente se sentía más cercano al estilo de Arthur Rubinstein que al de Horowitz, y en efecto el piano de Pollini tiene una elegancia y un virtuosismo no demostrativo que tiene más afinidad con las interpretaciones de Rubinstein que con las de Horowitz. Aparte de esos grandes pianistas y de Claudio Abbado, Pollini también tuvo mucha afinidad con grandes directores de orquesta como Karl Böhm en el repertorio más clásico y Pierre Boulez en un repertorio más moderno como Bartok, Schoenberg y Stravinsky. El repertorio moderno siempre contó mucho para Pollini, y lo reivindicaba casi como parte de su ADN: tanto su papá Gino como su tío materno eran artistas de vanguardia, uno arquitecto y el otro escultor, respectivamente, lo cual Pollini sacaba a relucir en varias entrevistas. En algún momento Pollini se inventó una serie de conciertos titulada The Pollini Project, en los cuales sistemáticamente interpretaba música de compositores clásicos, románticos y modernos en un mismo recital. La idea era tratar de familiarizar al público con la música moderna mediante programas coherentes y especialmente concebidos.


En cuanto a los instrumentos, defendía las interpretaciones en piano moderno bajo la idea que los genios del pasado utilizaron siempre los instrumentos más desarrollados de su época, los más recientes, y entonces pensaba que esos grandes compositores hubieran estado muy satisfechos con el gran avance que representa el piano moderno y todas las posibilidades de sonido que ofrece. Comentaba en entrevistas cómo cambiaba la forma de componer de Beethoven cuando recibía un nuevo piano con mayores posibilidades, lo cual era notorio en sus sonatas para piano; no se quedó con su primer piano de la época de Mozart, sino que siempre quiso tener lo más avanzado, y con ello su música también fue evolucionando. En cuanto a Bach, inicialmente pensaba que debía obligatoriamente tocarse en clavecín, pero llegó a la conclusión que para Bach era indiferente el instrumento, dada la cantidad de transcripciones para diferentes instrumentos que él mismo hizo de sus propias obras. Desde ese momento ya no tuvo escrúpulos para tocar Bach en piano moderno. Pero empezó a tocar Bach en público a mediados de los años 80 y no lo grabó sino hasta 2009!


Pollini llevaba su propio piano Steinway a los recitales a través del mundo, y también su propio afinador, el reconocido Angelo Fabbrini quien había sido afinador de Arturo Benedetti Michelangeli, lo cual estoy seguro que contó mucho en su característico sonido.



ÚLTIMOS AÑOS 


En los últimos años Pollini se dedicó a volver a grabar algunas de las últimas obras de Chopin y de Beethoven. Fue muy criticado por esas interpretaciones, las cuales tuve el privilegio de conocer a medida que salían. Fascinantes grabaciones en las que buscaba interpretaciones aún más puras, aún más honestas, más fieles y cercanas a estos dos compositores. 

Me quedé esperando más videos, sobre todo de su último Beethoven. Creo que no fui el único que se quedó esperando el segundo libro del clave bien temperado de Bach. Algo que realmente conocí muy tangencialmente de las grabaciones de Pollini fue la música del siglo XX. Eso me quedó faltando. Ya habrá tiempo de acercarse a, según reportan, su increíble Debussy, su esencial Bartok junto a Abbado y su segunda sonata de Boulez tocada como una sonata perdida de un tardío Beethoven.

Si bien ya sabíamos que pronto sucedería, la muerte de Pollini el pasado 23 de marzo a sus 82 años deja un grandísimo vacío en la música clásica, así como hace 10 años la muerte de su gran amigo Claudio Abbado. El vacío es aún mayor porque Pollini no estaba retirado oficialmente e incluso tenía programados algunos recitales. Sus fans teníamos la esperanza de conocer alguna grabación más, que en los últimos años solíamos recibir como lujosísimos bonos de una leyenda del piano que hacía años ya lo había dicho todo.



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