Bruce Lee al piano (parte 2/2)

Por supuesto, para mí varios otros nombres están asociados hoy en día con el concurso Chopin, aunque inicialmente los conocí por motivos que no tenían que ver con el concurso.


EL BOSQUE DEL PIANO


Está la japonesa Mitsuko Uchida, segunda en 1970 (8ª versión), con quien descubrí las sonatas de Schubert, y de quien me encantan sus videos, por lo corrida. 


La polaca Tatiana Shebanova (fallecida en 2011) fue segunda en la controversial (por lo del escándalo Pogorelich/Argerich) versión de 1980 (10ª versión). Sus grabaciones de todo Chopin en piano moderno y las terminadas el año anterior a su muerte (2010) en el piano Erard de 1849 perteneciente al Instituto Chopin de Varsovia son exquisitas. 


También está la venezolana Gabriela Montero, tercera en 1995 (versión no.13), famosa por sus improvisaciones: la improvisación sobre el trivial tema Happy Birthday, medio clásica medio tango, incluída en el disco de Argerich “Carte Blanche” es absolutamente increíble. También se le conoce por sus críticas al régimen venezolano actual, y de paso al famosísimo director de orquesta Gustavo Dudamel, a quien ha tratado de aguas tibias (en el mejor de los casos) ante los problemas políticos de su patria. 


La argentina Ingrid Fliter fue segunda en 2000 (versión no.14), de quien me encantan sus grabaciones de los conciertos de Chopin dirigidos por Jun Märkl. A este director le tengo especial afecto porque era el director de la orquesta nacional de Lyon cuando yo estudiaba en esa ciudad, y fui a muchísimos de sus conciertos siendo “agente cultural”. 


El polaco Rafal Blechacz arrasó en la versión del 2005 (versión no.15) obteniendo no solamente el primer lugar (además el segundo lugar fue declarado desierto) sino todos los premios especiales (así como Zimerman en 1975). Increíble pianista, con un altísimo nivel en todas sus grabaciones en especial de Chopin y Bach.


Hace relativamente poco, mi amigo Andrés Contreras me recomendó una serie japonesa tipo anime disponible en Netflix llamada en español “El bosque del piano”, que cuenta la historia de un niño japonés que termina relacionándose con el concurso Chopin (no quiero dañar la sorpresa si alguien la quiere ver). Lo interesante de esta serie es lo realista del concurso y de las interpretaciones del piano (sorprende la realista sincronización sonido/imagen). El piano en la serie fue grabado por Vladimir Ashkenazy, impresionante! Qué sonido, además. Con esa conmovedora serie entendí un poco mejor cómo funciona el concurso Chopin. Muy recomendada.

 

SOBRE LA ÚLTIMA VERSIÓN DEL CONCURSO CHOPIN (2021, 18ª versión)

 

Lo primero que supe de esta versión es que Martha Argerich y el brasileño Nelson Freire (íntimo amigo de Martha y lastimosamente recién fallecido, incluso acompañado por Martha hasta en su lecho de muerte) se retiraron del jurado entre las preliminares y la primera ronda. No he podido saber exactamente por qué, pero me la huelo, conociendo a Marthita...

 

Luego empecé a interesarme por algunos pianistas, atraído por la nacionalidad, la pinta, y cosas superficiales claro, imposible profundizar mucho con 164 pianistas en eliminatorias, y más de 80 en primera ronda. Gracias a mi amiga japonesa Kana, además graduada de música, tenía una guía adicional. Desde la primera ronda me interesé por la italiana Leonora Armellini, quien terminó siendo 5ª. Pero también me interesé por varios que fueron eliminados, como la italiana Michelle Candotti, la polaca Alexandra Hortensja Dabek, de quien conocía una grabación que me había impresionado, el italiano Alberto Ferro, quien también cuenta con varios discos en su palmarés. Me interesó también el español Martín García García, por su nacionalidad y por esos dos apellidos, y quien terminó con un merecidísimo 3er lugar, la rusa Eva Gevorgyan, por su pelo rubio largo impresionante, por su pasión al tocar, y quien terminó en las finales únicamente con 10 mil euros por ser la finalista mujer más joven del concurso. También estaba el cubano Jorge González, tal vez el único latinoamericano luego de eliminatorias, pero no llegó a la tercera ronda. Gracias a Kana, me interesé por varios japoneses: Aimi Kobayashi de quien ya conté algo, Miyu Shindo, con su técnica tan particular, Kyohei Sorita, impresionante, pero de quien Kana me decía que era muy comercial, al final me convenció, pero es que es mucho pianista! lo demostró con creces en las finales, con esa interpretación del primer concierto de Chopin: con Kana quedamos muy emocionados y animados porque veíamos que podía ganar! Hubiera sido el primer japonés en ganar el concurso.


AHORA SÍ SOBRE BRUCE LIU

 

El caso es que no me había interesado para nada un tal Bruce Liu por varias razones. La primera, sinceramente no me atrajo el nombre, quién sabe por qué. Segundo, no seguía particularmente a los canadienses, prefiriendo los europeos, los japoneses, sesgado por mi amiga Kana, y algunos chinos porque había muchísimos en primera ronda (luego fueron siendo eliminados, pero uno llegó a la final).

 

Empecé a interesarme en Liu luego de que supe que había ganado, claro. Empecé a mirar sus videos en las diferentes rondas. Inicialmente me llamó la atención que había seleccionado un piano Fazioli para el concurso y no el típico Steinway, como casi todo el mundo. La técnica me pareció increíble, pero me parecía frío y convencional, como que no proponía algo nuevo, como sí lo hacía Shindo, Sorita y Eva. Claro, todavía estaba dolido por el resultado: “ya entiendo por qué se fue Martha del jurado, seguro querían más de lo mismo”.

La Deutsche Grammophon se precipitó a sacar un disco que resume las presentaciones de Bruce Liu durante el concurso, así como había hecho con Seong-Jin Cho en 2015. Este disco se encuentra disponible en plataformas desde más o menos finales de noviembre de 2021.

Al escuchar la grabación (sin imagen, solo audio, claro) empecé a entender un poco mejor la decisión del jurado. 


Primero, confirmé que tiene una técnica increíble, las escalas son impecablemente limpias, tal vez por eso me parecía frío, como una maquinita. 


Segundo, se trata de esos discos “complejos”, que no se entienden bien a primera escucha, y que de alguna forma obligan a escuchas posteriores: uno queda atrapado. Con algunos de mis discos preferidos me ha pasado eso. Por supuesto con el ciclo de sonatas de Beethoven por Barenboim (DG, 2020), objeto de mi segunda entrada. También en esa misma entrada comenté algo del de Aimard tocando El Arte de la Fuga de Bach (DG): también quedé completamente capturado y lo tenía que repetir y repetir. Pero hay otros de esos, como el de la Sinfonía No.1 de Elgar por Barenboim (DECCA), o Water de Hélène Grimaud (DG, 2016) y extrañamente el último de ella The Messenger (DG, 2020). Últimamente, Tristan e Isolde por Furtwängler (EMI, 1952), sobre lo cual me referiré en una entrada futura, también me capturó. Pues bueno, el de Bruce Liu es uno de ellos: lo he oído mínimo 15 veces…y no he acabado. 

El tercer punto es que el sonido es increíble, como un sonido perlado, no tan moderno, me recuerda un poco al sonido del piano en algunos discos de DECCA Francia de los años 1970, como los de Cécile Ousset, que no importaba qué tocara, ese sonido del piano de entrada lo capturaba a uno inmediatamente.

El disco empieza con el Andante spianato y la Grande Polonaise brillante. Eso me encantó porque coincidencialmente había "utilizado" esas piezas para comparar las prestaciones de algunos pianistas en alguna de las rondas del concurso. Ahora me daba cuenta que la interpretación de Bruce Liu, contrariamente a lo que me había parecido antes, propone cosas nuevas, hace énfasis en melodías secundarias que pocas veces se marcan de esa forma (sobre todo en el andante), y por eso lo tenía que repetir y repetir. 


No soy versado en mazurkas, en parte porque es de lo que menos me gusta de Chopin. La grabación incluye las 4 op.33.


El estudio Torrent me impresionó por el manejo de la mano izquierda, increíble. Me encantó también el único nocturno del disco (no.1 op.27), qué sonido. El Waltz op.42 lo toca muy rápido, pero los cambios de tempo suenan muy naturales y de buen gusto.


En el Scherzo no.4 op.54 muestra todo lo que tiene, la limpieza de las escalas es increíble, y justo cuando empieza a parecer demasiado artificial (el efecto maquinita que comentaba) en la segunda parte despliega todo el romanticismo de Chopin, con unos trinos increíbles. Si bien está tocado muy muy rápido (tengo la impresión que nunca lo había oído así de rápido), da la sensación de que el único tempo posible es ese, lo cual lo logran únicamente los grandes. 


Lo más impresionante lo deja para el final del disco: en la historia reciente del concurso nadie había tocado las variaciones sobre “La ci darem la mano”. Esto fue una toma de riesgo increíble por parte de Liu, porque no se considera una de las piezas maestras de Chopin, y podría parecer que tomara un camino facilista o de relleno (en el concurso hay que cumplir unos tiempos precisos en cada ronda). Considero que esto es un real aporte a la discografía, porque le da sus cartas de nobleza a estas variaciones sobre Don Giovanni de Mozart, las cuales normalmente podrían en efecto parecer cursis y ordinarias, sobre todo en un concurso.

Hay algo que me dejó serios interrogantes, y no fui el único: Bruce Liu no recibió ningún premio especial, ni como mejor intérprete de mazurkas, ni como mejor intérprete de conciertos, ni de sonatas, ni de polonesas… ni siquiera recibió el premio del público. Que el ganador del concurso no recibiera ningún premio especial no pasaba desde … 1960, cuando ganó nada menos que Maurizio Pollini. Ese era el único interrogante al final; ya no lo es.

 

Bueno ahora sí, quién es Bruce Lee y quién Bruce Liu, el de la izquierda o el de la derecha?


Comentarios

  1. El de la derecha claramente!. En cualquier caso habrá que seguir muy de cerca al pianista de la izquierda, ya que parece que puede deparar gratas sorpresas! Javier

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