Encores

Cuando uno llegaba con una bolsa llena de dulces en halloween y metía la mano emocionado para comerse el primero, claro, era dulce, entonces le parecía delicioso. El segundo tal vez ya no tanto. El tercero fijo le salía del sabor que no le gustaba, aquel amarillo disque de piña, pero que no sabía a piña, y luego sacaba por fin uno rojo y resultaba de anís! Resultado: casi nada era realmente rico.
https://caracol.com.co/programa/2017/10/27/sanamente/1509125960_655142.html
 
EL SÉPTIMO PECADO CAPITAL
 
Con los encores, que acá en Colombia se conocen más como bises o en España propinas, siempre me pasó algo similar. La gula es realmente un pecado capital, y en la música sí que es cierto. Cuando un concierto es extraordinario se suelen pedir estos extras. Yo también suelo aplaudir hasta que el artista vuelve a salir para seguir tocando, como no.
 
Sin embargo, el resultado casi siempre me ha parecido muy decepcionante, creo que por varias razones. Empezando por las piezas: en general son piezas cortas, que no tienen nada que ver con las del programa principal. Supongamos que el programa principal haya contenido algunas piezas muy virtuosas, por las que uno aplaudió rabiosamente. En cambio el bis podría ser un nocturno de Chopin o Claire de Lune de Debussy, por ejemplo. O sea nada que ver: uno cuando aplaudió estaba pidiendo algo similar y salen con eso? Normal: el pobre intérprete ya cansado, con más de una hora y media encima de un concierto en que lo dio todo, accede a seguir tocando. Uno sabe eso y sin embargo sigue aplaudiendo hasta que sale a tocar de nuevo. Es un poco malsano eso. Una relación algo sado masoquista entre el intérprete y su público. Y claro, el resultado casi siempre es desafortunado. Se pierde el encanto, la magia, de lo que acabó de oír. Adicionalmente se trata de piezas sueltas y cortas, que en general son poco interesantes tocadas aisladamente. Así mismo, aunque pocas veces he oído bises de orquestas, las veces que los he oído simplemente toman uno de los movimientos que acaban de tocar y lo repiten completo o incluso parcialmente, sistemáticamente con una calidad muy inferior de lo que hicieron en el concierto oficial: pecado capital.
 
VÍAS ALTERNAS
 
Por supuesto, grandes artistas han elaborado los bises con otra lógica. Por ejemplo Grigory Sokolov elabora su programa teniendo en cuenta los bises como si se tratara de la segunda parte del recital. En este caso ya no son tan bises, creo. Igualmente he notado que Evgeny Kissin ha hecho algo similar. Entonces, veo este enfoque como una especie de formalización de los bises, que aunque pierden el lado espontáneo en el auditor suelen ganar altura artística.
De hecho, los conciertos de Pink Floyd de la gira Delicate Sound of Thunder de finales de los años 80 tenían esta filosofía: hacían creer al público que el concierto ya había acabado, prendían luces y demás, y ya cuando el público se estaba yendo ofrecían un set de canciones clave de su repertorio como Comfortably Numb o Run Like Hell. Me parece que en la gira Pulse de mediados de los 90 hacían algo similar.
En el otro extremo, en algunos casos los bises son verdaderas piezas de contraste, algunas veces retomando melodías de jazz o populares, según el lugar del concierto. En particular a algunos flautistas como Wissam Boustany les gusta proponer ese tipo de juegos. En ese caso, los bises se vuelven elementos que le quitan formalidad al concierto o recital, y creo que tienen la función de acercar el artista más al público. En cualquiera de estos casos, que comento en estos últimos párrafos, bien sea los bises como parte del programa o como piezas de contraste, encuentro que los bises tienen gracia, y es tal vez la razón por la que sigo aplaudiendo al final de conciertos o recitales, con la esperanza de que propongan algo similar. Pero en general no sucede. 
 
ALGUNAS GRABACIONES 
 
Esta sensación de incompletitud, de recorte, de “hors-sujet” es aún peor en discos dedicados e incluso titulados como “Encores”. Adicionalmente en este tipo de grabaciones es imposible lograr algo como lo que comento en el párrafo anterior, porque si todas las piezas del disco son bises, cómo podría lograrse el contraste del que hablo? Por ejemplo yo adoro a Hilary Hahn, considero que todo lo que hace es de altísima calidad. Pero definitivamente su disco de encores es para mi gusto de los menos buenos que ha publicado. He oído otros de artistas muy reputados, como Nelson Freire, por ejemplo. Igualmente me deja un sinsabor por lo que acabo de comentar. Entonces hasta hace muy poco consideraba que la única justificación para publicar un disco así era la parte comercial, lo equivalente a un best-of en el mundo del pop.
Recientemente, Daniel Barenboim publicó un disco titulado Encores. De entrada me sorprendió porque no veía a Barenboim en un plan comercial, a estas alturas. Sin embargo, al acercarme un poco al disco me acordé que ya había publicado algo con una filosofía similar: On my new piano, y que es un discazo impresionante en el que presentaba su nuevo piano Barenboim-Maene tocando piezas que extrañamente (o no) nunca había grabado, como algunas sonatas de Scarlatti, las 32 variaciones de Beethoven, y otras de Chopin, Wagner y Liszt. De ahí lo más impresionante son esas exquisitas 32 variaciones de Beethoven, que no le he oído a nadie más tocarlas así de radical, sin filtro, completamente desnudas, mi referencia indudablemente, y por lo que se paga todo el disco, sin que el resto sea realmente inferior a nivel interpretativo.
 
ABRIL PANDÉMICO
 
Pero este de 2022 titulado Encores realmente lleva al extremo eso de las piezas sueltas, sin un orden aparente, como si fueran caramelos. Contiene piezas de Schubert, Schumann, Liszt, Chopin, Debussy y Albeniz. La mayor parte fue grabada en abril de 2020, en plena pandemia, en la sala Pierre Boulez de Berlín. 
Recuerdo que ese pandémico mes de abril de 2020 presentó gratuitamente en video por streaming las variaciones Diabelli de Beethoven. Recuerdo que lo vi, me encantó, y pensaba emocionado “esto lo tiene que sacar en disco, son las mejores Diabelli que he oído, podría ser la versión de referencia”. Efectivamente, algunos meses después publicó esa grabación de las Diabelli acompañando las inigualables 32 sonatas de Beethoven, objeto de mi segunda entrada del blog, entrada que hoy cuenta con el inesperado número de 413 vistas! Por supuesto el número de vistas más alto de este blog. 
Volviendo a los encores, parecería entonces que Barenboim combinó la grabación de las Diabelli con estas piezas cortas sueltas. O sea, cómo es la cosa? en las pausas de las Diabelli de repente tocaba una cortas piezas para relajarse o algo así? Y entonces los técnicos de la DG dejaban los micrófonos abiertos a ver qué pescaban, y 2 años después, ya luego de la resaca que dejó la contraindicada mezcla Beethoven-pandemia en un mismo año, a algún estratega comercial de la DG se le ocurrió publicar esas piezas sueltas cortas relajantes? Esa hubiera podido ser la historia, debe haber varias por el estilo. Pero no fue así, seguro, a juzgar por las piezas seleccionadas, que no tienen nada de relajantes para nadie (de hecho es sorprendente que estas las use Barenboim como bises) y por la calidad de la producción en general. Hay que decir que a pesar de que Barenboim ha grabado varias de estas piezas, no se contentó con sacar un disco tipo best-of, es decir acomodar grabaciones antiguas en un disco estilo pot-pourri, como ya lo he visto por ejemplo en discos de artistas de la altura de Anne-Sophie Mutter. No hizo eso sino que las volvió a grabar. Eso de por sí me parece valioso y honesto.
 
¿ ÍDOLO O QUÉ ?
 
“Bueno y entonces al grano: qué tal es este disco de Encores?” se deben estar preguntando. Los que me han leído ya saben que le doy vueltas a los temas antes de entrar en materia. Nunca me imaginé que tendría ese estilo escribiendo, porque en mi vida y en mi profesión soy bastante directo y escueto, cosa que podrán confirmar los que me conocen, por ejemplo en los emails o en los papers o incluso en conversaciones, ni hablar del teléfono y el whatsapp. Por otro lado saben que no pretendo ser objetivo, y menos tratándose de mi ídolo Daniel Barenboim. Entonces ya intuyen la respuesta.
 
Es extraño que hoy Barenboim sea mi gran ídolo y que una buena parte de mi discovideoteca esté dedicada a este argentino. Es extraño porque hace años no me hubiera imaginado eso. Definitivamente es de esos artistas que no son fáciles de acercar, pero que una vez se entiende su esencia, es aún más difícil alejarse. Estoy convencido que gran parte de la aversión de varios críticos a Barenboim tiene que ver con ese no facilismo, con esa exigencia que impone en el oyente.

 
Bueno, pues la comparación de este disco de Encores con el de On my new piano es directa. En efecto en ambos discos me atrapó tanto que no podía parar de oírlos, cada uno en su momento. No sé de qué se trata en realidad, pero creo que hay varios elementos, que combinados crean una paradoja tal que es imposible oírlo una vez y listo, archivarlo. En las líneas siguientes me referiré al nuevo disco Encores de Barenboim, pero varios elementos aplican para el de On my new piano también.
 
TRES ELEMENTOS
 
Lo primero que me atrapa es el sonido del piano. Es un sonido opulento y profundo del piano Barenboim-Maene, muy original, que no tiene ningún otro pianista y que está exquisitamente captado en la sala Pierre Boulez. Difícil pasar a otra cosa con este sonido. Este definitivamente es uno de los elementos que atrapa del disco y por lo que valió la pena grabar nuevamente bajo condiciones ideales algunas de las piezas.
 
Por otro lado, está la interpretación como tal. Sin que necesariamente sean mis piezas favoritas, la forma de interpretarlas definitivamente me mueve el piso, me desestabiliza. Es como cuando uno prueba un sabor tan extraño que debe seguir probando para entenderlo. Creo que en esto Barenboim es realmente un genio: el manejo de los tempos, de las matices, las transiciones, el equilibrio en todos los sentidos, la elegancia y el buen gusto de la interpretación hacen que no solamente me mueva el piso sino que termine convencido que estas piezas deben absolutamente tocarse de esa forma y no de otra. Algo bien extraño. Adicionalmente, al oírlo una y otra vez tengo la sensación que estoy descubriendo estas piezas, que nunca las había oido antes, cuando en realidad son viejas conocidas del repertorio. Y creo que eso es atribuible a la interpretación más que a cualquier otra cosa.
 
Finalmente, está la composición del programa, la organización del disco. Definitivamente no son piezas puestas al azar, tipo best-of, no. Este disco propone un viaje, y logra crear un hilo conductor con estas piezas sueltas, algo bastante impresionante. Creo que uno de los secretos es la agrupación de las piezas por compositor. Pero dentro de cada compositor se nota la coherencia de la selección.
 
DE LA FANTASÍA AL TANGO
 
En efecto, este disco Encores empieza con 2 de Schubert: un impromptu y un momento musical, lo que constituye en conjunto los primeros 8 minutos del disco. Los 14 minutos siguientes corresponden a 5 piezas de Schumann: un kinderszenen a manera de introducción y 4 fantasiestucke. Luego viene a manera de intermedio 4 minutos y medio de una de las Consolations de Liszt. Luego viene una gran parte del disco dedicada a Chopin: 22 minutos aproximadamente empezando con un nocturno a manera de apertura seguido de 6 estudios. Finalmente concluye con casi 7 minutos de Claire de Lune de Debussy seguido de Tango de Albeniz para cerrar. Para mí esta ultima pieza Tango es extrañamente a la vez el bis del disco y el guiño sobre la identidad argentina de Barenboim, de la que siempre se ha sentido orgulloso. 
En una reciente entrevista que salió publicada en la revista Diapason de mayo de este año, en la que opina sobre el conflicto Rusia/Ucrania, invitado por tratarse del músico actual más enterado y comprometido políticamente, afirma que definitivamente entre todas las nacionalidades que tiene (es argentino, español, israelí y palestino), la nacionalidad argentina es la que más siente como propia. Por ejemplo asegura que es el único país que ha conocido en el que para ser un auténtico argentino el origen de la persona no tiene la más mínima importancia.
 
JOYAS EN EL TESTAMENTO
 
Bueno pues, así como me pasó con el disco On my new piano, este de Encores me parece un discazo. Algunos opinan que es su testamento pianístico, y que luego de esto se retira a los 80 años. Y adivinen qué: así como para On my new piano, la crítica fue durísima. Ya parece un chiste. Pero como dije antes, Barenboim es de esos pianistas que no pretenden gustar a primera escucha, eso probablemente lo tienen otros como Schiff, Lisitsa o Lang. Barenboim por el contrario es el músico más honesto que conozco, honestidad que lleva a sus últimas consecuencias, cueste lo que cueste. Y el resultado es tan desconcertante como exigente para el oyente, pero una vez se logra entrar resulta bien difícil abandonar esa visión, esa lógica, esa altura artística. Una vez por ejemplo hice el ejercicio de comparar el primer movimiento de la sonata no.14 Claro de Luna de Beethoven. Oí una gran cantidad de versiones aprovechando la plataforma streaming: Brendel, Kissin, Pires, Schiff, Perahia, Barenboim, Gould, etc. Tenía la impresión que solo por el tempo, la de Barenboim arrasaba, clarísimo. Estaba con Liliana y era tan evidente que no hubo la más mínima duda ni discusión, y aclaro que Liliana no es particularmente fan de Barenboim. Hicimos otro día algo similar con el Rondo alla turca de Mozart, una pieza de un carácter completamente distinto a la anterior, y nuevamente tenía la impresión que solo por el tempo se llevaba a todas las otras por delante. Claro, se trata de Beethoven y Mozart, compositores muy afines a Barenboim, tal vez no pasaría lo mismo con Prokofiev o Ligeti, e incluso Bach o Haydn.
 
El caso es que quise hacer la revisión de este nuevo disco de Barenboim porque me impresionó muchísimo y por si de verdad se trata del último. La verdad no creo, no he oído nada oficial aún, solo rumores y suposiciones, alentados tal vez por el declive de salud que ha tenido Barenboim en los últimos meses. Ojalá que no sea cierto, porque los últimos discos como pianista para mí han sido los mejores, sin duda, los más maduros, los más profundos, los de mejor sonido. Me divierte acordarme que ya en 2014 leía gente muy ofuscada por la grabación de las sonatas de Schubert, afirmando que era hora, según ellos desde hacía mucho tiempo, que Barenboim se retirara como pianista. Increíble que lo dijeran para esta joya que grabó de Schubert, con la que por fin entendí la esencia de esta música. Increíble. Y más increíble pensar que si se hubiera retirado luego de esa grabación no hubiéramos tenido joyas discográficas como las que menciono (On my new piano, Sonatas para piano de Beethoven, el nuevo de Encores), posteriores a 2014, incluyendo los conciertos para piano de Brahms acompañado por Dudamel, discazo impresionante, o el del triple concierto de Beethoven con Mutter y Yo-Yo Ma, mi referencia para ese concierto, o los exquisitos discos de cámara de Beethoven y Mozart junto a su hijo Michael. No puedo creer que haya alguien que piense que era mejor evitar la publicación de alguno de estos discos. Entonces ahora, me gusta pensar que aún Barenboim nos tiene reservadas otras joyas.

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