Otra joya más : después de Pompeya, Berlín

A comienzos de los años 1970s se decía que el rock iba a morir, que ya había llegado a su nivel más alto y que estaba en plena decadencia, y le daban unos cuantos meses antes de fallecer. Varios grupos británicos de rock se pusieron en la tarea de producir cosas novedosas, tanto musicalmente como audiovisualmente. 


POMPEYA Y SUS CENIZAS 

Solo unos pocos genios, como Pink Floyd, estaban llamados a responder con propuestas realmente disruptivas. Musicalmente, los discos Atom Heart Mother (1970) y Meddle (1971) superaron ampliamente las expectativas y estuvieron a la altura del reto. 

Por esa misma época, audiovisualmente, Pink Floyd salió con una genialidad que de hecho ya anticipaba lo que iba a ser The Wall en 1979. La diferencia es que en The Wall la idea era terminar los conciertos con la banda detrás de un muro, y que el público viviera toda la segunda parte del show, es decir alrededor de 50 minutos, sin ver a la banda tocar: una total locura; a quién se le ocurría tremendo despropósito! Pero había un público, un público detrás de un muro y que no podía ver la banda tocar, pero había público al fin y al cabo. 

En cambio, de vuelta a los comienzos de los años 70s, en octubre de 1971 lo que se le ocurrió a Pink Floyd, como respuesta al legendario concierto de Woodstock, en el que al final la música pasó a un segundo o hasta tercer plano, fue hacer un concierto en el anfiteatro de Pompeya pero sin público, y con los más altos estándares de sonido del momento, tal cual como si el anfiteatro estuviera lleno a reventar. Para completar, este « concierto » fue filmado y grabado con las técnicas más avanzadas del momento, de tal forma que o bien pudiera ser disfrutado en salas de cine como cualquier película, o bien transmitido como un concierto en diferido. 

El resultado es desconcertante, pero musicalmente se trata sin duda de las interpretaciones más honestas y puras de Echoes, A Saucerful of Secrets y One of these Days. 

Luego de eso, Pink Floyd tuvo un desarrollo espectacular y siempre estuvo a la vanguardia en medios audiovisuales, logrando verdaderas revoluciones con giras como Delicate Sound of Thunder (1988) y Pulse (1994). Tengo varias de estas grabaciones, además en el mejor sonido posible para la mayoría, pero es increíble cómo el concierto en Pompeya sigue superando a todos los otros, aún siendo más simple, menos tecnológico, menos sofisticado, y con el menor número de músicos. Definitivamente es sin duda de los conciertos que más va a perdurar de Pink Floyd y del rock en general.



BERLÍN : OTRO CONCIERTO SIN PÚBLICO 

Hace poco me acordé de esta historia que cuento de Pink Floyd y su concierto sin público en Pompeya al ver los videos en Blu-Ray del ciclo de las 32 sonatas para piano de Beethoven por Barenboim. Este ciclo en 3 Blu-Rays (alrededor de 12 horas en total) viene acompañado por un cuarto Blu-Ray con tal vez la mejor entrevista que he oído de Barenboim, y clases magistrales a tres jóvenes pianistas muy prometedores, como el ganador del concurso Tchaikovsky de 2019, además el primer francés ganador de ese concurso, el nuevo monstruo del piano francés Alexandre Kantorow.

Y me acordé porque Barenboim toca todo el ciclo en la sala Pierre Boulez de Berlín sin público. Era mayo de 2020, plena pandemia. Para mí es muy revelador que Barenboim se encuentre en una situación tan particular como esta. Pensaba « a quién se le ocurre hacer eso para un ciclo tan prolongado como este ? ». 

Porque mientras el resto de artistas estaba preocupado por sobresalir con videos caseros de piezas medianamente conocidas e incluso populares, todas cortas, y alternando con demasiadas palabras para mi gusto, a Daniel Barenboim se le ocurrió volver a estudiar de ceros el ciclo completo de las 32 sonatas para piano de Beethoven en la edición de Hans Von Bülow, el primero en haber tocado el ciclo completo en concierto. Esta edición fue la que primero estudió Barenboim, adolescente en Tel Aviv, cuando se encontraba desesperado porque parecía que a ningún público le interesaba oír en concierto al antiguo niño prodigio y que todavía no era un pianista adulto reputado, y por lo tanto no tenía ningún contrato. Y Barenboim cuenta que hacia 2020 decidió volver a estudiar el ciclo de sonatas porque precisamente estaba interesado en esa edición de Von Bülow, que no había vuelto a ver desde la adolescencia. Una edición extremadamente precisa, incluso en la digitación, según cuenta en la entrevista. Como resultado, a pesar de haber grabado el ciclo 4 veces antes, decidió volver a grabarlo tanto en audio como en video.

En mi segunda entrada ya comenté la versión en CD : mi referencia absoluta.

En cuanto al video, el sonido es aún mejor que en CD, además por tener sonido envolvente DTS-HD Master Audio 5.1. La calidad de la producción audiovisual es simplemente exquisita: las tomas, los planos, los zooms, los cambios, etc. El sonido del piano es increíble y pues la interpretación es excepcional, lo cual ya se sabía, pero el video y el sonido envolvente le dan un soporte ideal.


VIENA Y SUS PALACIOS

En la entrevista en inglés de 40 minutos, Barenboim menciona su primer ciclo grabado en video en Viena como un gran logro del director de cine, el famoso Jean-Pierre Ponnelle. 

Si bien esa grabación en video en Viena me gusta, esta nueva en Berlín me parece que la supera en todo sentido, sobretodo pensando en la vigencia de cada grabación. 

Por ejemplo, es impresionante que mientras que en la de Viena cada sonata haya sido grabada con una decoración visual distinta, cambiando de lugar (varios palacios de Viena, según entiendo), salón y posición el piano, con una preocupación incluso por los colores y la composición de los planos visuales logrando un resultado muy estético pero algo cursi para mi gusto, en esta nueva de Berlín, con una concepción visual opuesta a la de Viena, casi minimalista, se demuestra que ni siquiera es necesario cambiar el piano de posición: el piano y la música son totales protagonistas y las tomas son tan impecables que uno no siente ninguna monotonía. 

De hecho siempre pensé que el piano es tan estético, tan imponente y técnicamente tan complejo que no hace falta nada más visualmente aparte de unas buenas tomas del instrumento siendo tocado. Acá se comprueba. 

A pesar de que ya conocía casi todas las ideas de Barenboim, de libros sobre todo pero también de otras entrevistas en videos y podcasts, en esta me parece que es aún más didáctico y claro en su exposición. 


BEETHOVEN : UN ASUNTO DE VIDA O MUERTE

Habla de sus comienzos y de su recorrido tocando las sonatas de Beethoven, y de la edición Bülow. Habla del silencio como parte esencial de un recital o concierto en vivo, y la preparación y disposición que el oyente debe tener al llegar a un concierto o recital, y que en general hoy no se cumple. Dice que hay la misma distancia entre el streaming y un concierto en vivo que entre el poliéster y el cashimir: cumplen la misma función pero la sensación es totalmente distinta. 

Habla del tempo, ambientado con la anécdota de cuando Celibidache le pregunta a Furtwängler sobre la selección del tempo para la quinta sinfonía de Beethoven luego de ver cómo era modificado de concierto en concierto durante una gira europea, cuando Furtwängler le responde a Celibidache lo que parecía un chiste del viejo : « que qué tempo escoger? Pues el que mejor suene ». 

Habla también de las matices en la música y de lo novedoso de la música de Beethoven a ese respecto. Habla de la sutileza que se debe tener con el pedal cuando se toca Beethoven en piano moderno. 

Habla del legado de la música de Mozart y Beethoven, y las diferencias entre ambos: el diario de la vida de Mozart se encuentra en sus conciertos para piano y sus óperas en cambio el diario de la vida de Beethoven se encuentra en sus cuartetos de cuerdas y su ciclo de sonatas para piano, no tanto en sus sinfonías, por ejemplo. 

Habla de los enfoques historicistas, y, para sorpresa de muchos, explica que este movimiento aportó pero más desde un punto de vista académico, pero que no está de acuerdo con esa corriente como dogma puesto que limita uno de los objetivos principales de un músico que es encontrar su camino al interpretar, en vez de seguir ciegamente una ideología fija. 

Otra cosa que me fascina de lo que dice es que la esencia de la música de Beethoven es hoy tan actual como el día en que se compuso, porque a pesar de los cambios que ha tenido el mundo en más de 200 años, la esencia del hombre no ha cambiado en cuanto a sus sentimientos y su espíritu, y es eso de lo que trata la música de Beethoven. Y termina con una idea que me gusta mucho y que creo que es lo que más distingue la interpretación de Barenboim de la de otros intérpretes : « cómo tocar Beethoven ? : como si su vida dependiera de eso, se trata de un asunto de vida o muerte. »


AISLAMIENTO

Adicionalmente es muy revelador este ciclo en video porque uno siente realmente la soledad de un artista al servicio de la música y del compositor. También se siente que es un ejercicio introspectivo y no demostrativo. 

La luz tenue con que Barenboim y el piano están expuestos en el centro de la sala me parece que reflejan tristeza. Tal vez me equivoque pero en ese momento, en mayo de 2020, había mucha incertidumbre con lo que iba a pasar con la pandemia, no habían vacunas aún, y muchos pensábamos que se trataba del final de algo o en el mejor de los casos del comienzo de algo. Desde hacía varios meses ya había aislamientos en varios sentidos. Y para completar, Barenboim había dado entrevistas recientes, antes de pandemia, en las que decía claramente que el mundo había cambiado para mal y que no era optimista sobre el futuro, pensamiento recurrente en personas llegando a cierta edad. En mi opinión, todo esto queda sugerido con las tomas de este concierto sin público.

Y también, luego de conocer la entrevista, creo que para Barenboim fue un poco como recordar sus inicios, empezando por que toca con la misma edición (Bülow) de sus comienzos que al parecer no había vuelto a retomar desde esos años 1950s. 

También porque, según cuenta, cuando tocó el ciclo por primera vez en Tel Aviv salía de una situación de aislamiento que psicológicamente podría parecerse a la de 2020 para un artista como él : la soledad luego de un gran boom mediático. 

Adicionalmente, esa primera vez debió aprenderse de ceros varias sonatas que no conocía para poder cumplir con la agenda de conciertos que finalmente pudo conseguir con un amigo; en 2020 quiso volver a retomar de ceros las sonatas como si las estuviera apenas conociendo. 

Finalmente, yo veo una situación de humildad de alguien que se enfrenta solo a tremendo Everest pianístico: las 32 sonatas para piano de Beethoven. La misma humildad que debió tener un adolescente al darse cuenta que nadie, ningún público, estaba interesado en él porque ya no era un niño prodigio.


PARA LA POSTERIDAD

Grandísimo ciclo en video, una verdadera joya que, repito lo de mi segunda entrada, estoy seguro que tanto su material sonoro como el visual van a perdurar en un horizonte temporal mucho mayor que varios de los ciclos más reputados de hoy, incluídos por supuesto los otros del mismo Barenboim. El único reproche es que no se hubiera incluído las variaciones Diabelli, como sí se hizo en la colección en CD. Espero ansiosamente su pronta publicación.








Comentarios

  1. Me deja pensando en su gusto por la música pura, sin público, sin palabras ni introducciones habladas... La música solo existe en cuanto se la ejecuta y esto ocurre "en el tiempo". Este tiempo puede ser de soledad e intimidad, o puede, por el contrario, ser compartido con otros. La interpretación misma, por su parte, es siempre la ejecución de alguien. Ella puede ser ejecutada "para otros", para una persona ausente o, incluso, para uno mismo. ¿Tiene la música en sí misma un destinatario, así este sea el mismo que la ejecuta? Creo que sí.

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    1. Muchas gracias por leer y por el comentario. Solo para aclarar, yo no valoro más los conciertos sin público que aquellos con público. Pero tampoco los valoro menos. Sin embargo, ahora que lo pienso, hace años dejé de ir a conciertos masivos de música diferente a la clásica, más que todo por miedo de que el público no me dejara oír lo que se tocaba, como me pasó hace años en un concierto del argentino Andrés Calamaro, en el que parecía incluir arreglos para 3 guitarras que al fin no pude valorar porque fui incapaz de oírlos!

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