Rampal: más de 500 semanas en las Billboard Hit-Parade

Y la flauta para qué más sirve? Tratando de responder esa pregunta me encontré con un disco del jazzista Dave Valentin en vivo, un discazo. Una especie de mezcla entre jazz convencional, sino que con flauta, y algo parecido a latin-jazz pero más por el lado del bossanova. Lo importante no era tanto cómo sonaba sino el virtuosismo de Dave improvisando (“claro, por qué no improvisar con la flauta!”) y los diferentes sonidos, al estilo de Ian Anderson de Jethro Tull, por supuesto menos “sucio” que Ian, y también menos brillante. Qué flautista Ian! Todo eso era muy nuevo y diferente para mí, que había recibido una formación puramente clásica, y lo más raro que hacíamos con Sarah, mi profesora, era tratar de hacer respiración circular, influenciados por las clases magistrales del inglés Wissam Boustany: ninguno de los dos lo lograba.

 

Entonces bueno, parecía que el latin-jazz podría albergar tesoros escondidos de flauta. Me interesé por el flautista Néstor Torres, con un disco impresionante, Dance of the Phoenix. Las escalas mucho más limpias que las de Dave, pero el estilo me gustaba un poco menos: mucho más latino, menos jazz, más salsa. En todo caso disfruté ese disco durante años. Luego de algún tiempo, supe que Néstor Torres (mi primo, como le decía) había sido el flautista que grabó ese impresionante solo de Mi Tierra de Gloria Estéfan, sin el cual hubiera sido bien difícil apreciar esa canción.

Busqué muchas más grabaciones tanto de Dave como de Néstor y la verdad ninguna otra me gustó. Una de las primeras cosas que hice cuando me suscribí a una plataforma de streaming por primera vez fue buscar más discos de ellos y de otros (como Roland Kirk o Hubert Laws), nuevos y viejos. Ninguno me movió, creo que era problema mío, ya había cambiado para siempre.
 
Dentro de esa búsqueda caí con el disco de la Suite para flauta y jazz piano trio de Claude Bolling (Sony, 1976). Imposible no pararle bolas a un disco con tremenda carátula, sobre todo para alguien que toca flauta. Creo que eso tuvo que ver con el éxito planetario de ese disco, y pues que se trataba de una propuesta novedosa para la época, conocida como “cross-over”: estuvo 10 años en las Billboard, una notoriedad antes solo conseguida por The Dark Side of the Moon de Pink Floyd (1973). Incluso en Colombia había una propaganda de TV de jabón puro, que todos los de mi generación vimos, en la que utilizaban “Baroque and Blue”, primera pieza del disco. El flautista era nada más y nada menos que el viejo conocido Jean-Pierre Rampal, una celebridad. Pero había algo que no cuadraba: Rampal tocando jazz? Por supuesto era algo que sonaba jazzy, pero en realidad jazz jazz como tal no era, faltaban por ejemplo las improvisaciones, o sea creo que Bolling le había escrito todo, incluidas las partes que sonaban a algo medianamente improvisado, pero en todo caso era tan extraño como encantador. Desde ese momento fui fan de Claude Bolling, afiancé mi interés por el jazz y volví a interesarme por Rampal. Todo eso con un solo disco! 

En efecto había estado alejado de Rampal durante muchos años porque pensaba que solo le interesaba la parte comercial, lo que confirmaba este disco, pero para mí por fin lo hacía de frente y no “queriendo venderle la música clásica al diablo”. En fin, antes era un poco más idealista… 

En cuanto a Claude Bolling empecé a conseguir gran parte de su discografía, incluso lo que no era considerado cross-over sino puro jazz, por ejemplo cosas para big-band. Fui incluso a los únicos dos conciertos que en mi conocimiento dio en Colombia, con su big-band. Qué músico impresionante, y visionario ese Bolling. Tiene por ejemplo “First Class”, un disco increíble con el también francés Stéphane Grapelli, el legendario violinista de Django Reinhardt: el violín haciendo solos virtuosísimos puramente jazz, sobrevolando sin complejos una big-band, increíble, ni sabía que eso era posible. 

En cuanto al jazz, empecé a interesarme por pianistas muy al estilo de Bolling, como Jacques Loussier y Bill Evans. Y a otro jazz un poco más moderno por el lado del baterista Jack Dejohnette (qué discazo ese New Directions in Europe! creo que es el mejor disco de jazz que tengo) y del guitarrista John Abercrombie, de quien tengo una discografía muy decente y fui a un concierto en un festival de jazz en cercanías a Lyon (tambien tocó Joe Satriani, de espaldas al público ni idea por qué) con mi amigo-estudiante austriaco Markus Hasler, un loco del jazz. Luego del concierto terminamos la noche en un bar de Lyon oyendo jazz manouche en vivo, gran velada. Últimamente me interesé por Miles Davis también (el problema de Miles es la trompeta ;-).


 

SORPRESA: UN FRANCO EN LAS FILAS DE LOS BERLINER PHILHARMONIKER!


Cuando empecé a ver algunos videos de la orquesta filarmónica de Berlín, durante la era Abbado, el flautista me pareció bastante conocido. Era un joven que ya había visto en la carátula de algunos discos, se trataba de Emmanuel Pahud. Joven sí, llegó como primera flauta de la filarmónica de Berlín, tal vez la orquesta más prestigiosa del mundo, con escasos 22 años, saliendo apenas del conservatorio de París! Algo que me llamaba la atención es que no era el típico flautista de orquesta acartonado. Iba muy bien con toda la filosofía Abbado, ahora que lo pienso. Claro, yo hasta ahora había visto sobre todo los videos de Karajan, y francamente los flautistas, tanto de la de Berlín en la época como de la de Viena, eran unas estatuas, sobre todo el de Viena, Dieter Flury, excelente flautista, pero siempre pensé que Karajan le decía que no se podía mover para el video, y él muy obediente le hacía caso, claro, qué susto contrariar al gran maestro. Con Pahud es otro cuento, disfruta cada nota de la orquesta, sea o no producida por él.

 

Poco a poco empecé a pensar que Pahud era el heredero natural de la reputadísima escuela francesa de flauta, a la cual Rampal había contribuido tanto en el pasado. Me sigue pareciendo excepcional que Pahud tenga esa doble carrera tan exitosa como flautista de orquesta y como solista. Es decir, no es primera flauta de cualquier orquesta de segunda, y tampoco graba por ahí uno que otro disco para cualquier sello de segunda, no, ha grabado no menos de 30 discos como solista para EMI classics. En ambos mundos es una referencia incontestable. Creo que pocos han logrado eso durante tantos años seguidos. En Lyon lo vi tanto en la salle Molière, recital en el que regañó a los asistentes diciéndonos que si íbamos a toser por favor que lo hiciéramos en el tempo correcto y no de cualquier forma, como en el auditorio de la orquesta Nacional de Lyon tocando el célebre concierto de Ibert. A este último fuimos con Liliana y con Thibaut y Perrine, amigos que a veces también lográbamos convencer para ir a conciertos. En realidad ese concierto en el auditorio fue un poco decepcionante para todos, considerando que el concierto de Ibert es uno de nuestros preferidos en todo el repertorio de flauta. 


De Pahud me encanta sobre todo su incursión a obras de la época clásica temprana, o barroca tardía (no sé si alguna de las dos existe), con CDs como The Flute King (2011), Revolution (2015) o CPE Bach Flute Concertos (2016), aunque me parece bastante cursi aquello de los disfraces. También me encanta el DVD junto a Trevor Pinnock tributo a Federico II el Grande, rey de Prusia en el siglo 18, flautista y compositor confirmado. 

  

LÁSTIMA LO DE GALLOIS EL GALO

 

No sé si esa etapa de Pahud me gusta solo por nostalgia de uno de los más grandes flautistas que he oído en disco: el francés Patrick Gallois, quien también grabó una especie de tributo a Federico El Grande, llamado Flotenkonzerte aus Sanssouci (DG). Ya me he referido en otra entrada a uno de los mejores discos de flauta que conozco, el de los conciertos de Khachaturian y Rodrigo (DG). Pero tal vez su mejor disco es el de las Fantasías para Flauta sola de Telemann (DG), increíble! No he oído ninguna otra interpretación de ese nivel de las fantasías. 

 

Digo lástima porque siempre pensé que Gallois sí era el verdadero heredero de Rampal, de hecho su maestro en el conservatorio de París. Igualmente joven como Pahud al llegar al estrellato, se convirtió en flauta principal de la orquesta nacional de Francia a los 21 años (debe tener un récord por eso) y más adelante firmó un contrato de exclusividad para grabar para la Deutsche Grammophon (DG). Sin embargo, algo pasó en el camino, y resultó convirtiéndose en director de orquestas de segunda y hasta tercera línea, grabando más como director que como flautista, también para sellos no tan reputados. Lástima… Tal vez Pahud aprovechó un poco, y a su manera, ese gran vacío que dejó Gallois, y por eso lo veíamos (estoy seguro que no soy el único) como el heredero por consolación de esa escuela francesa de flauta, aunque Pahud no fuera franco-francés (Pahud es franco-suizo en realidad).

 

Pero qué es eso de la escuela de flauta francesa a la que me he referido ya repetidamente?

 


EMPECEMOS POR EL COMIENZO: MO
YSE

Mi profesora de flauta, Sarah Brown, a quien conocí con escasos 7 años, me enseñaba en un perfecto francés. Yo asumía que era francesa, o tal vez europea por el nombre, como todo mi entorno profesoral a esa edad. Además, tenía la costumbre muy francesa de ser avara en felicitaciones a su alumnado, y en casos realmente excepcionales, y cuando estaba que se reventaba de la emoción o del orgullo, felicitarlo con un “pas mal” (no está mal), tan francesamente motivador. No había duda entonces, tenía que ser francesa a pesar del nombre! Con Sarah empecé en unas clases del colegio, y luego resulté en su academia, donde conocí a Liliana, mi futura esposa, quien también tocaba flauta. Con Lili tocamos mucho en dúo: inicialmente nos parábamos en el mercado de las pulgas de Usaquén, recogíamos algo de plata, o Jesús Eljaiek nos proponía un ajiaco en su restaurante recién inaugurado (la tienda de café, al que luego íbamos como clientes hasta que se empezó a llenar de farándula, se volvió muy famoso y perdió su encanto inicial) a cambio de tocar ahí nuestro repertorio, más adelante participamos juntos en el grupo de rock progresivo La Stulta Viro, fundamos el dúo Vientos de Tango con el que hicimos un concierto en un auditorio de la Javeriana tocando tangos compuestos o arreglados por mí, incluso nos entrevistaron y tocamos en vivo en un programa de radio de la Tadeo, todavía tengo por ahí la cinta. En la academia de Sarah, ya al final como uno de sus estudiantes senior, terminé cubriéndola, dándole clases a estudiantes que por espacio en su agenda no hubiera podido recibir, a cambio de seguir recibiendo sus clases, becado.


Volviendo a Sarah, todavía en las clases del colegio me enteré, con mucha sorpresa, que era estadounidense, y que había estudiado flauta traversa en París con una leyenda: Marcel Moyse. Había llegado a Colombia habiendo  conocido a un colombiano de la alta sociedad criolla que estudiaba también allá, al parecer fan de heavy metal, según lo que contaba (por supuesto el matrimonio no estaba predestinado a durar muchos meses). Ya un poco más grandes, nos contaba anécdotas de sus años de estudio con Moyse: la pipa que fumaba todo el día, los regaños, su empatía hacia la situación (financiera) de Sarah, y demás. Para mí todo eso era extraño: por qué una norteamericana se había visto obligada a ir a estudiar flauta traversa a París? Acaso Estados Unidos, siendo un país tan grande y desarrollado, no tenía suficientes profesores de flauta?

 

Yo estaba muy pequeño para entender aquellos sistemas académicos transnacionales. Las respuestas a esas preguntas fueron dándose con el tiempo. Efectivamente Sarah era una gran flautista, por lo tanto cualquier profesor no podía ser suficiente. Seguro sus estudios en París correspondían a estudios de profundización de tipo maestría o algo similar. Por otro lado, empecé a darme cuenta que había muchos grandes flautistas franceses. Y en el panorama había uno recurrente: Jean-Pierre Rampal. 


FICHAJE, TRASPASO O VENTA: DE ERATO A SONY

No son unas efemérides tan populares, ni siquiera para melómanos, ni siquiera para seguidores de música clásica, pero el pasado 7 de enero de 2022 se celebraron los 100 años del nacimiento del legendario flautista superstar Jean-Pierre Rampal.

 

La importancia de Rampal para la flauta y sobre todo para la flauta grabada es innegable. Se cuentan más de 350 grabaciones de Rampal abarcando desde mediados de los años 1940 (justo después de la guerra, fundamental para su desarrollo como flautista, cuando decidió dejar sus estudios de medicina para dedicarse a la flauta, a escondidas de su papá quien también era flautista pero quería algo mejor par su hijo) y el año anterior a su muerte, 1999. Su época más productiva de discos está entre mediados de los años 1950 y finales de los años 1970, con un número de discos por año entre 15 y 18. Más de la mitad de sus discos fueron grabados para la firma Erato, bajo contrato de exclusividad.

 

Ese contrato con Erato fue roto a finales de los años 1970 para firmar un nuevo contrato de exclusividad con Sony, después de haber “coqueteado” con la firma norteamericana unos años antes, aprovechando las buenas relaciones entre Erato y Sony (o CBS). 


En efecto, Rampal ya contaba con una reputación inédita para un flautista en el nuevo continente y Japón. Seguramente la decisión de firmar con Sony tenía que ver con consolidarse en el mercado gringo. Adicionalmente se cree que Rampal quería volver a grabar algunas de las obras que ya había grabado para Erato, pero esta vez con la recién creada tecnología digital. Y una forma más elegante que lo que hizo por ejemplo Karajan con DG consistía en cambiar de sello. Por el lado de Sony, parecía buen negocio contar con el instrumentista clásico con más discos en su palmarés, el que vendía más discos comparado con cualquier otro artista clásico y el que además atraía el mayor público no originalmente interesado en la música clásica. Claro! Ese disco con Bolling de 1976 había sido una pura y genuina genialidad comercial y ya se recogían sus frutos.
 
En 2015 Erato publicó cuatro volúmenes con todas las grabaciones de Rampal para el sello francés, incluyendo las grabaciones para HMV en mono. Espectaculares sets, que incluyen todos los caballitos de batalla que hicieron famoso a Rampal. Sin embargo, hasta el año pasado yo lamentaba que Sony no hubiera hecho lo mismo: publicar todas sus grabaciones Sony en una colección; porque además lo de Sony me parecía lo mejor y a la vez lo más difícil de conseguir a un precio razonable. Conocía solo unos cuantos discos, que además consideraba que era lo mejor de Rampal.

Este año… bueno, a finales del año pasado, pero para celebrar las efemérides que comento de este año 2022, Sony afortunadamente publicó una colección con todas las grabaciones para el sello. Una colección impresionante, para mí lo mejor que grabó Rampal, al menos con el mejor sonido y con las interpretaciones más maduras. 


La colección incluye las famosas cuatro estaciones de Vivaldi que comenté en mi segunda entrada. No lo podía creer cuando lo oí por primera vez, CD traído como un verdadero tesoro desde Chicago, en donde pasé unos meses en las vacaciones largas del colegio donde mi tía Patri, tratando de aprender inglés; allá también tuve la fortuna de asisitir a unas clases magistrales con Walfrid Kujala, primera flauta de la orquesta sinfónica de Chicago en la Northwestern University cuyo campus me parecía más un club que un sitio para estudiar; y coincidencialmente mi profesora de inglés en el Truman College resultó siendo flautista (además cantante y contrabajista de jazz, fui a verla a un bar en pleno Chicago con un espectacular trio de jazz) y terminamos tocando en dúo. 


Volviendo al set Sony de Rampal, tiene todos los discos grabados con Claude Bolling: aparte de la Suite para flauta y jazz piano trio, también se encuentra la Suite no.2, otra deliciosa grabación con el guitarrista Lagoya llamada PicNic Suite y la impresionante Suite para orquesta de cámara y jazz piano trio, con Rampal como director. Hace muchos años pasaba mi vida oyendo esos discos de Claude Bolling, una verdadera delicia. 


Cuenta además con varios conciertos para flauta, de muchas épocas, como los de CPE Bach, los de Benda y Franz, todos los de Mozart claro, incluyendo el de flauta y harpa, tres de Telemann, varios de los famosísimos de Vivaldi como el Gardellino, y muchos más, incluyendo la última obra compuesta para Rampal, del polaco Penderecki (fallecido en 2020). También tiene mucha música de cámara en varias formaciones, como los famosos cuartetos con flauta de Mozart o las sonatas para flauta sola y acompañada de Bach. Contiene una serie de CDs menores con piezas tradicionales o anónimas como A la claire fontaine, Alouette o Sur le pont d’Avignon, así como algunas golosinas de Scott Joplin y de música tradicional japonesa. Rampal era aficionado y experto en varios aspectos de la cultura japonesa, llegando hasta escribir el prefacio de un libro de cocina japonesa. Finalmente, la colección contiene unos cuantos CDs de Rampal como director de orquesta, grabados al final de su vida. 

Y no quiero acabar esta entrada sin mencionar el CD número 6: conciertos de Vivaldi para dos violines, arreglados para flauta y violín por Rampal (de hecho con Liliana decimos que Rampal grabó todo lo que existe para flauta y también lo que no existe: lo que no era para flauta lo arregló para poder tocarlo, era excelente arreglista), tocados en Jerusalén con el mítico violinista Isaac Stern, además de una suite para flauta y orquesta de Telemann bajo la dirección de Rampal, qué discazo! Otro impresionante, el CD 9, con obras de puro virtuosismo para flauta y piano de Doppler, Genin, Borne y otros, en lo más alto del nivel del flautista.

Esta colección Sony es bien diferente a lo que uno puede oír con la colección de Erato, es como otro Rampal. El de Erato era un poco el lado serio, un poco académico, y mucho más purista, del flautista, además de abarcar un mayor repertorio. El de Sony es excelente, pero también tiene un lado muy comercial, que era un poco la filosofía del sello en ese momento. Incluso le propusieron al comienzo de su contrato que grabara un disco de cross-over por año (claro, luego de tremendo éxito con el de Bolling) y hasta hablaron seriamente de una colaboración con Stevie Wonder.


Algunos preferirán uno u otro lado. Yo la verdad adoro ambos, porque además creo que lo de Sony contribuyó en gran medida al resplandor de la flauta, y de la escuela francesa, en todo el mundo, incluyendo USA, Japón e incluso Inglaterra, y muchos otros países. Algunos de los discos recuerdan a aquellos más populares del inglesísimo Sir James Galway (irlandés en realidad), del que soy fan absoluto también, quien rindió homenaje a Rampal cuando murió en el año 2000 (había sido su profesor en el conservatorio de París), y quien por ser una celebridad participó en el mítico concierto de Roger Waters The Wall en Berlín, cuando cayó el muro, con unos arreglos de solos de flauta exquisitos en Goodbye Blue Sky.

 

Por contraste, y exploración, y tal vez cierta rebeldía, empecé a interesarme mucho en la escuela inglesa de flauta, si es que existe (no creo). Con Galway inicialmente, quien me parecía que tenía un enfoque bien diferente al de los franceses, sobre todo por el sonido, muy poderoso, menos calibrado y refinado, sin concesiones. Eso lo vine a comprobar con las clases magistrales del anglo libanés Wissam Boustany: qué sonido increíble, es como si hubiera querido hacer de la flauta más un instrumento de cobre que una madera, lo cual era fascinante y se oponía frontalmente al enfoque tan depurado de la escuela francesa. Recientemente logré, muy emocionado, conseguir varios discos de Boustany.

Sin embargo, lo que realmente ha perdurado para mí con los años, para mi propia sorpresa además, han sido las grabaciones de los galos Rampal y Gallois, por encima de todos los otros. Definitivamente la escuela de flauta francesa en cabeza de Taffanel y Gaubert, su alumno Moyse, y más tarde Rampal, y como último hijo (aunque pródigo tal vez) Patrick Gallois, estaba en el camino correcto. 





Comentarios

  1. Muy Interesante su nueva entrega. Siempre he considerado la gran tradición de la flauta y el oboe en Francia. Ya desde el barroco éstos instrumentos de viento, y especialmente la flauta junto a la viola de gamba, marcaron la identidad del estilo nacional francés en oposición del estilo italiano con más protagonismo del violín. Siempre con algunas excepciones hechas, como Jean Marie Leclair, el más italiano de los franceses, violinista y compositor de conciertos y sonatas, muy en contraste con la Suite o los ballets, géneros franceses por excelencia. Pienso que la flauta llegó a representar respecto al violín solista italiano otro símbolo más en la confrontación estilística en este periodo. Llegándose a tal punto de prohibirse, en determinados momentos, hacer música italiana en Francia. También tengo el excelente el disco de las fantasías de Telemann por Gallois, vertiginosas y muy bien interpretadas. Decir que Telemann conocía perfectamente las posibilidades de la flauta, ya que él mismo la tocaba. Haendel y Bach no fueron intérpretes de flauta resultando sus composiciones más "neutras". Muy de acuerdo en todo lo que dice de Rampal, una auténtica referencia del instrumento. Por último recordar a un flautista suizo que me gusta mucho, Aurele Nicolet , que además fue profesor de Pauhd. J.

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